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CAPITULO XXI FIN DE SU APOSTOLADO EN CUBA 1855-1856 EN EL CAMPO Y EN LA CIUDAD.- LOS CAZADORES DE BAILEN.- UNA PRB– GUNTA C\)RIOSA.- PROYECTO DE FUNDACION DE UN CONVENTO.- AÑORANDO LA :JNION CON LA ORDEN. T ERMINADA su brillante faena espiritual en la capital de la provincia, inició una campaña por los pueblos de aquel distrito en que no se habían dado Misiones desde fines del siglo anterior, y donde apenas se predicaba u~ sermón o una conferencia de Catecismo, a causa de la escasez de clero. En aquella región, más aún que en la de Santiago de Cuba, era necesario andar con pies de plomo y medir muy bien las palabras. Nos referimos a la suspicacia de los pa· triotas cubanos y al celo d~ los patriotas españoles. Los habitantes de Puerto Príncipe mostraban afición a ser dis· tinguidos cbn el nombre indígena. Llamaban a la ca· pital de la provincia, no Puerto Príncipe, sino Camagüey. nombre primitivo de la hacienda en que se había fundado la ciudad. De aquel distrito salía el mayor número de jó· venes de familias pudientes para educarse y estudiar en Estados Unidos (1). Estas causas y su respetable distancia de La Habana. residencia del Supremo G~bierno de la Isla, su situación geográfica entre la región oriental y occidental. no menos (1) Véanse las <<Memorias sobre el Estado Político, Gobier;~ y Administración de Cuba>> por D. ·José de la Concha. Madrid, 180·'· Pág. 114.

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