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CAPÍTULO XX CONTINUA SU APOSTOLADO EN CUBA 1854 QUINIENTAS SESENTA Y CUATRO LEGUAS.- PRESA DE LA FIEBBRE A C!\.M– PAÑA.- SU LABOR EN SANTIAGO.-DIECINUEVE MISIONES MAS EN EL CAMPO. LLUVIA . PRODIGIOSA.- EN NUEVITAS.- EXITOS EN PUERTO PRINCIPE. E MPIEZA el P. Adoain su lábor del año 1854. Pero no comenzaremos nosotros este nuevo capítulo sin dirigir una mirada retrospectiva a sus trabajos del año anterior. Recorrió quinientas sesenta y cuatro leguas. Predicó diecisiete Misiones. No contamos las de los pueblos en que fué a uxiliar del Arzobispo de Santiago. Administró nueve mil cchenta y seis comuniones. Erigió diecisiete grandes cruces en los campos. Organizó quinientos diez hogares. Fundó y organizó la Archicofradía del Corazón de María en trece pueblos cori seis mil quinientos sesenta y tres aso– ciados. Bautizó sesenta y cinco adultos. •El día 2 de marzo, dice él en sus apuntes, salí para Tiarriba con Fr. Antonio de Galdácano, a ver si mudando de clim~ y con €1 trabajo desaparecían las fiebres.» (C. II, pág. 81.) A este hombre de Dios no le ocurre .otro remedio para su enfermedad que saltar de su lecho y emprender el nido trabajo de las Misiones. Llegó en efecto a Tiarriba el día 4. Inmediatamente comenzó su acÜvidad misionera, como si se hallara en la plenitud de sus fuerzas. Predicó nueve días continuos. Su auxiliar el P. Galdácano debió observar que nues– tro egregio Misionero no era el de antes, en punto a re– sistencia. Y le .persuadió a regresar a Santiago, con pre– texto de pasar la Semana Santa eJ+ retiro espiritual.
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