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Prodigiosos activida :!es del Padre Adoain en Cuba 211 !liabó~. Pero pernoctaron en Los Alionsos, donde fueron agasa¡ados con salvas de escopetas, largos campaneos y vivas; entusiasmo que correspondió a las buenas disposi– ciones espirituales de los vecinos, ya que aprovecharon para confesarse y comulgar el día de la Natividad de la Virgen. El día 9 del mismo mes de septiembre, comenzaron, luego de llegar, la Misión de Maniabón, punto completa– mente aislado y muy abandonado en el orden espiritual y materiaL siendo lamentables la ignorancia y la inmora– lidad que entre sus habitantes había. Ello no fué obstáculo para el celo del P. Esteban, que en nueve días hizo que fructificara el ciento por uno la semilla de la divina pa– labra. Bautizaron quince adultos. Un .Par de individuos, que por ser de raza blanca se creían unos superhombres, rn::r– nifestaron una hostilidad cínica a la Misión. Empleaban el sarcasmo y llegaron a escupir sobre los objetos piadosos que los Padres daban a los fieles . Su inicua propaganda hizo· mucho daño los primeros días. Eran dos tenorios em– pedernidos. Y como el arreglo de su conciencia suponía un sacrificio enorme, fingían indiferencia ante el hermoso espectáculo de compunción que daban los vecinos. Pero por fin también se rindieron ante el poder de la gracia di– \'ina. Se confesaron y comulgaron con grandes muestras de verdadera conversión, reparandc> el escándalo. Comu– niones, confesiones, arreglo faborioso de matrimonios, fun– dación de la Archicofradía del Corazón de María, bautis– mos, colocación de la gran cruz de doce varas en pleno campo; cánticos sagrados, vivas, salvas, llantps, demostra– ciones de devoción a los enviados de Dios. Y despedida efusiva de los Mision.eros en la casa del blanco de pura cepa D. José M.a Peña, cuya vivienda aquellos días había servido de templo. Ese fué .el espectáculo del día 18 de sep– tiembre en aquel escondido paraje de la manigua de Cuba. Si en Maniabón habían encontrado mucha ignorancia, en San Agustín, a donde se trasaldaron el 19, sintieron nuestros Misioneros un gran desaliento, porque sus veci-. nos se hallaban completamente ayunos de nociones de re– ligión. El viaje de siete leguas lo habían hecho bajo un aguacero torrencial; y el diluvio universal continuó durante n:?chos días. Imposible dar un paso. Sin embargo la Mi– Sion se deslizó normalmente, excepto un día que hubo que suspender todos los actos.
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