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210 El Padre Esteban de Adoain El" día 21 se presentaron ante el P. Esteban dos tenerlos, mejor dicho, una pareja: él D. Marcelino Carranza, con empaque de gran caballero; ella, Rafaela Díaz, una cubana de armas tomar. Con suma petulancia preguntaron para qué habían sido citados por el Capitán y qué quería. El Siervo de Dios hízoles muchas reflexiones, exhortándoles a cumplir las leyes de Dios para salvación de su alma; y les acon&ejó que se casasen o se separasen. Ambos levantaron la voz, contesi:Indo a una que no estaban dispuestos a nin– guna de las dos cosas. El Misionero, dirigiéndose á la mu– jer, le rogó que callara, porque era la que más gritaba. -«¿Pero se ha creído Vd. que yo soy a.lguna negra, para mandarme callar? Nq callaré, porque tengo derecho a ha. blar», exclamó Rafaela, con más orgullo. El Misionero la invitó a salir de la sacristía. Revolvióse airada, amenazán– dole hasta tres veces con una fusta. No hubo más remedio que expulsarla de .la capilla, ·porque estaba hecha una loca. En el momento de salir a la calle, descargó un fus– tazo sobre la mejilla ·izquierda del Misionero. El P. Esteban no habló una palabra más. El teniente y cabos, que se hallaban muy próximos, la detuvieron y la condujeron a presencia del Capitán, el cual instruyó sumario y mandó conducirla a Holguín. · El 23 del mismo julio comenzó su predicación en V e· lasco. convirtiendo en iglesia una amplia casa del propie– tario D. Nicola s Mariño. Algunos que se reían de la Mi– sión y .hacían burla de los que acudían a ella, acabaron por ser los más entusiastas panegiristas de la misma. ·Nueve días estuvo en Los Alfonsos, donde terminó el día de la fiesta de la Asunción de la Virgen, con qran fruto y extraordinario entusiasmo. En San Andrés escogió para templo el ingenio de Za– yas; pero dice el P. Esteban que por estar la casa llena de goteras, se mojaban mucho, y tuvo que pasar a una tiend0. grande, donde acabó felizmente la predicación. Al terminarla, llegó el P. Antonio de Galdácano y erigieron una cruz de trece varas en el campo para recuerdo de tan venturosos días. El 29 de agosto comenzaron en Guavasiabo, acudiendo gentes de Las Cruces, Uñas, Purnio, Mula, Velasco, etcétera. desde seis y ocho leguas de distancia. De a!lí. en marcha de doce leguas, dirigiéronse a Ma·

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