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Prodigiosas actividades del Podre Adooin en Cuba 207 siendo todos_los pasos muy malos por los muchos peñas– cos que hay. Después hay otras cuatro leguas por el punto uarnado Cuchillas de Baracoa, crestas de una sierra que realmente hacen la figura de unas cuchillas puestas iilo arriba. a causa de los escarpados precipicios que hay a Jos dos partes, que en tiempo de lluvias es peligroso pa– sar. Llegamos a medio día a la casa del Capitán Lafita. De aquí hay cuatro leguas a la ciudad. En la sierra de Las Cuchillas hay pinos y helechos como en Europa» (l). Aludiendo a este viaje, dice D. Francisco AguiJar: •Yendo una .vez a pie el Sr. Arzobispo hacia Baracoa con sus compañeros, la noche les sorprendió en el camino, y tuvieron a buena suerte pernoctar en una cabaña, en donde no encontraron otro alimento que una galletica de soldado, ]a cual repartida alegremente, les sirvió de cena. Al otro día continuaron su viaje en ayunas por terreno montuoso, en que debieron atravesar treinta y cinco veces el río Jojó, que serpenteaba por aquellos barrancos, los menos conoci– dos de la Isla y subir la sierra, Hornada con propiedad Las Cuchillas de Baracoa, en cuyo descenso el Sr. Ar– zobispo resbaló y cayó dos veces. Al mediodía llegaron a una casa de campo en donde se les dió de comer, llegando fatigados, pero alegres a Baracoa» :¿ 1 _ Del párrafo que acabamos de copiar, se deduce que el P. Esteban no consignaba en sus apuntes las privacio– nes que sufría, sino los lugares que visitaba y su trabajo espiritual. es decir, lo necesario para dar cuenta _a sus Superiores de la Orden. Llegaron a Baracoa a las seis de la tarde del día 23 de febrero. Allí duraba todavía el fervor de la Misión dada por el P. Esteban un año antes. El entusiasmo fué extra– ordinario. Lo propio aconteció en Sagua, en Cabonico y en Maycrí. En Sagua las calles estaban engalanadas con guirnaldas, arcos, enramadas. Hubo en la recepción mú– sica, jinetes en caballos elegantes, dirigidos por el Capitán D. Tomás García, vivas, canticos sagrados. · El -día 14 de marzo salieron de Cabonico a las tres de la tarde, llegaron a Mayarí a las ocho y sin pararse a descansar, entraron en la iglesia y comenzaron sus espiri- (1) Cuaderno II, pág. 69. ( 2) Vida del Ilmo. P. Antonio Claret, p:ig. 165.

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