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206 El Padre Esteban de Adaain dotes, habían rehusado obedecer a los llamamientos de la divina gracia. · La misma noche comenzó la ta rea de confesiones. La profecía y promesa corrió por todo el pueblo como reguero de pólvora. La creyeron firmemente. El cielo .oyó la ora. ción de su Siervo y se compadeció de sus afligidos pen¡. !entes. Desde aquella noche no mürió ninguno de los ata. cados. Al día siguiente disminuyeron los casos, y dos días después estaba extinguida la epidemia. Los yaribacoenses despidieron a su bienhechor besándole las manos y el santo hábito. Era plan de nuestro Misionero tomar ruta para el par. tido de Seiba; pero recibió una orden enviada por el Sr. Arzobispo. para que sin pérdida de tiempo fuese a ayu. darle. ya que se encontraba solo en Tiarriba, practicando la visita canónica. Había de recorrer el P. Esteban sesenta legua s. El día 6 de febrero, apenas dió la bendición papal a lós de Yaribacoa, se puso en camino. Pasó la noche en Los Barrancas. Y viajando cada día quince leguas, el día lO llegó a Tiarriba, a las diez ·de la mañana, donde saludó muy efusivamente al Sr. Arzobispo; y sin descansar ni me– dia hora, se sentó para oir confesiones. Allí debió comuni– car el santo Prelado al P. Esteban el contenido de la de– fensa que remitió el día 7 al Capitán General. No paró la a tención en ello. No la menciona en su Diario. El día 12 del misl]lo febrero sa lió de Tiarriba con una carava na eclesiástica. Iban el Sr. Arzobispo, su Secreta· rio D. Felipe Rovira, D. Francisco Coca y D. Manuel Subi· rana. Y después de visitar Tiguabos y El Saltadero, el día 21 emprendieron marcha hacia Baracoa, debiendo recorrer cuarenta y cuatro leguas. «Salimos por la tarde, dice el , P. Esteban, acompañados de todo a quel pueblo, que nos siguió larga distancia. Llegamos a la hacienda de Llate· rita, a las nueve de la noche. Enseguida rezamos el rosario, confesamos y se confirmaron sésenta y nueve personas. El 22 a las tres de la maña na, sa limos de Llaterita, llegarnos a San Antonio a las nueve, donde confesamos a los adul· tos y se confirmaron noventa personas. Salimos a las tres de la tarde, llegando a las diez a Vega Larga, en la orilla del río Jojó, donde descansamos ha sta las' cuatro. Desde este punto a Baracoa hay doce leguas, cutxtro en la re· gión del río Jojó, que hay que vadear treinta y tres veces.

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