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Prólogo 15 alma por medio de la vida interior que es, en defi– nitiva. la qtie nos da el triunfo sobre los acontecimientos externos. Se ha dicho que el mundo es una comedia para el que piensa y un drama para el que .siente. Ni la colii€dia ni el drama le afectaban; porque tenía presente una verdad Jundamental, que influía profundam~nte en su psicología, a saber, la acción inmediata de Dios sobre el universo y sobre el individuo. No es posible referir la historia de este hombre singu– lar sin enlazarla con los acontecimientos de España, Vene– zuela, Cuba, Guatemala y El Salvador, desarrollados en su tiempo. Y como además, fué el al~a de la restauración de la Orden Capuchina en España, es sumamente com– pleja la materia de su estudio y difícil la empresa de un retrato exacto. Afortunadamente hemos tenido a la vista numerosos documentos copiados en los archivos de aquellas naciones, y gran parte del Archivo del famoso Comisariato Apostólico de la Orden Capuchina en España. En ellos y en las cartas del mismo Padre ADOAlN, que tuvimos la suerte de descubrir, y en algunas de sus compañeros, hemos recogido datos desconocidos y curiosísimos. Más de treinta testigos presenciales nos refirieron hechos muy interesan– tes, que el egregio misionero calla, por modestia, en sus cuatro Cuadernos-Diarios, que también tenemos a la vista. No ha sido escrito este libro con el propósito de que pueda sen·ir exclusivamente para lectura espiritual; es una Historia. Valga esta advertencia para las almas excesiva– mente cándidas que, sorprendiéndose de que el sol pueda tener manchas, quizá afectarán escandalizarse ante las manchas y arbitrariedades de personas caracterizadas por su sagrada profesión, que aquí se califican, y que pusieron a prueba la virtud del Padre Adoain. No hay 'razón para sustraer a este varón apostólico, del ambiente que le rodeó. Los errores y pasioncillas de los antepasados son tan alec– cionadores como sus virtudes para cualquier pensador.
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