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.,... 202 El Padre Esteban de Adoain ----------------- ----------------- calurosos elogios a favor del perseguido, de la boca y del corazón del P. Ciare!, que hoy recibe el honor de los al– tares!" .casi toqos los cargos, dice el Excmo. P. Claret, son dirigidos expresamente contra el Misionero Capuchino P. Esteban de Adoain, religioso intachable en su doctrina y conducta, y a más de esto, .incansable en el púlpito y confesonario, y en la solicitud por el arreglo de costum– bres. Asociado a mi Misión por circunstancias que no Pue– den creerse casuales, sino providenciales, cuando t:omen– zaba mis tareas apostólicas, le vigilé, le tuve a mi lado, le probé de muchas maneras, y me persuadí de ·la feliz adquisición que hice en su persona; y los buenos resulta– dos de sus continuos afanes vinieron a justificar el juicio· que de él formé.» Demuestra el P. Claret que el P. Adoain no fué censu– rado por el Obispo de La Habana, aunque alguien logró restarle las simpatías de aquel Prelado. Desmiente con pruebas claras que el P. Adoain ejer– ciera coacciones en asunto de matrimonios. Niega que las frases del mismo fueran indecorosas al censurar desde el púlpito la conducta de los viciosos y lascivos. Le vindica contra la acusación de haber infringido las ordenanzas y leyes relativas al trabajo de los esclavos. Y asegura que no predicó la igualdad de razas, como no sea ante Dios. Pasa luego a examinar los casos concretos citados por el Capitán GeneraL y describe minuciosamente las per– sonas y los hechos, demostrando que el Misionero no ejer– ció coacción de ningún género. El Santo Arzobispo P. Claret desvanece por último la acusación de que el P. Adoain exigiera en la confesión la revelación del cómplice en pecados de incontinencia . Y añade que, si ese delito hubiese sido cometido, la a cusa– ción no se debería elevar a otra autoridad que a la del Arzobispo, y la pena debería ser impuesta por este mismo, debiendo ser pena espiritual; y nunca a autoridades ci– viles. <Podría la maledicencia, termina el Arzobispo, ensa· ñarse contra este buen religioso; pero el Arzobispo de Cuba cree un deber manifestar el juicio que de él ha formado con madura detención y conocimiento de causa; y no duda
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