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/84 El Padre Esteban de Adoain que le contestase en su nombre, .diciéndole que no con. venía pasase a Bayamo, porque la presencia del Capu. chino asustaría a la gente y aumentaría la mortandad. Cuando el Misionero acababa de escribir a Bayamo, comunicáronle que en el partido de Yarei, jurisdicción de la parroquia de Giguani. era necesaria su ásistencia, porque el número de víctimas aumentaba en proporcio. nes alarmantes y no había sacerdotes. que los asistiesen. Trasladóse allá inmediatamente el P. Esteban, lleván. dose como auxiliar a D. Manuel Subirana, ya restablecido. Y allí se registró el mismo prodigio que en Giguani. Era el 6 de aiciembre. No hizo mgs que poner el pie en el pueblo y ya encontró nueve moribundos tendidos en tierra, hacinados, bajo un mísero cobertizo: dos ancianos, y los demás· !liños y niñas. Ya se deja entender que los padres de los menores habían sucumbido ya: Les excitó al dolor, les absolvió y les administró la Santa Unción. Y excepto el varón •anciano, todos murieron. Aleccionado el P. Esteban con lo acontecido en Gi– guani, acudió sin perder tiempo a la protección de la Di– vina Pastora. Hizo un recorrido por las casas, llamando ur– gentemente a una procesión de penitencia, prometiendo que cesaría la peste si. obedecían ~omo . los de Giguani. El pueblo respondió dócilmente. Y aunque consternados y profundamente abatidos, sintieron un rayo de esperanw, y después la completa seguridad de verse libres del terrible azote. Ya en la iglesia, el P. Esteban dirigió a los fieles su ·ardiente palabra. Después se volvió a la Virgen, suplicán– dole con tiernísimo afecto que se apiadase de sus infortu· nadas ovejillas; y ·puso bajo k protecc1Ón de la celestial Pastora el partido de Y aiei. nombrándola Patrona del mismo. ¡Cosa admirable! Desde aquel instante comenzó a ce· der la furia de la peste. Al día siguiente el compañero ad· ministró los Sacramentos a doce enfermos, pero no hubo ni una víctima del cólera. Después ya no se registró ni un solo caso, y la Misión se celebró con relativa tranquilidad y con ·extraordinarias muestras de fervor y compunción. Inmediatamente .se dirigieron ambos Misioneros hacia Bayamo, distante doce leguas. Entre tanto, mientras el pobre Capuchino expcnía su vida por asistir a los apestados, mientras se. hallaba e>n·
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