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Exitos de su apostolado en Cuba !83 de Ja vida y de la muerte, de la salud y de la enferme– dad. Luego entregó el estandarte de la Divina Pastora a los niños, cuyas manos y corazones se habían conservado siem– pre puros. Tras de los niños iban los adultos. Y se puso en marcha la procesión más lúgubre que en la villa se co– nociera. El P. Esteban. con aquella voz que parecía sobrehu– mana. cantaba una 'melodía que semejaba un gemido pro– longado: <¡Mater Divini Pastoris!. .» Y Jos fieles contestaban con acento entrecortado por el dolor: .¡Ora pro nol;lis!. .. » Después, durante unos momentos de silencio, la pro– ce3ión se deslizaba entre cadáveres envueltos en sábanas 0 encerrados en ·ataúdes. Pocos eran los que no lloraban. Niños había que acababan de perder a sus madres unas horas antes. Mujeres que tenían el cadáver de su hijo o de su esposo a la puerta de casa. Llegados a la iglesia, el P. Esteban colocó el estandarte en el centro del altar ma– yor. según su costumbre. Rezó con el público el Santo Ro– sario. Después hizo ante la Divina Pastora una oración con– sagrando todo el pueblo a la Virgen y nombrándola Pa– trona y protectora del mismo. Todo el público repetía la oración. Después retiráronse a sus casas con la firme es– peranza de que la Virgen detendría el curso de la 'peste, como lo había prometido el Capuchino. En efecto, aqu ella misma noche cesó la peste por completo. No se registró en los días sucesivos ni un solo caso. Entre tanto, el cólera-morbo continuaba haciendo es– tragos en los pueblos de la comarca: eh Contramaestre, eon Palopicado, en Cobre, etc. En 1a aldea de Cacao, del par– tido de Ojo de Agua, morían diariamente doce o catorce personas. Con fecha 5 de diciembre, escribió el P. Esteban ai Vi– cario Mayor de Bayamo y al Gobernador civil. anuncián– doles que, habiendo tenido noticia de que en aquella ciu– dad la epidemia causaba muchas víctimas diariamente, se iba a trasladar a ella pma asistir a los coléricos de día Y de noche, ya que los sacerdotes eran muy pocos. El Vi– cario contestó con fecha 7 ofreciéndole su casa y mani– f~stándole su alegría, yo que necesitaba ayuda, pues cada dra morían más de veinte. El Gobernador rogó al Vicario

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