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Continúa su apostolado en Cuba 173' ----------------------------------------------,--- de criminales formados de seis en fondo, en dirección a la Catedral. La expectación y a sombro del público eran enor– mes. La presencia de aquellas fieras convertidas en cor– deros. que entraban en el templo mayor de la ciudad con la compostura de unos colegiales, hacía llorar. Después de confesarse con doce sacerdotes q'ue ya les esperaban, re– gresaron al presidio dócilmente y con la misma corrección. Al día siguiente, al despuntar el a lba, les preparó para comulgar; celebró la Misa el mismo P. Esteban; acercá– ronse en líneas de seis a la Mesa de los ángeles; y luego les ayudó a dar gracias al Señor con _una alocución tier– nísima. Un día más tarde, 3 de mayo, emprendía. nueva cam– paña apostólica con otro compañero, que era un sacerdote catalán, llamado D. Lorenzo Sanmartí. Dirigiéronse al partido de Güira, distante cinco legua s de Santiago. No había iglesia. Pero el P. Esteban, que no consideraba eso como una dificultad, convirtió en iglesia una tienda propiedad de un tal D. Salvador Virgili, comer– ciante ca talán. Pasó avisos a los partidos de Candelaria y Las Bocas por medio de los cabos. Y hacía diariamente la señal. co– mo llamada a los actos, con su original trompeta. Era tal el entusiasmo del público y tan vivo su anhelo por oir y conocer a l ya célebre Capuchino, que desde va– rias leguas de dista ncia a sistían a la Misión, desafiando el temporal de lluvias. Sobre todo, el día 11 cayó tan fuerte nublado, que los arroyos se convirtieron en torrentes cau– dalosos; y muchísimas personas pasaron un río con agua hasta la cintura. Hubo uno solo que se resistió a los golpes de la divina gracia con obstina ción inquebrantable. Pero Dios, cuya mi– sericordia había despreciad o, quiso hacerle objeto de su justicia. Porque el último día de la Santa Misión murió re– pentinamente sin a uxilio de ningún género. ·Aquí se cum– plió, dice el P. Esteban, la sentencia del Espíritu Santo: Vocavi et renuistis, ego quoque in interitu vestro ridebo.» El día 14 del mismo mayo regresaron a Santiago. De allí por mar dirigiéronse a Manzanillo, acompa ñando a l Santo Arzobispo. Y deja ndo a l Prelado en aquella pobla– ción, siguieron ellos hasta Santa Cruz, donde desembarca-

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