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Continúa su aposta/oda en Cubc 167 marino. Pero el Cura le decía al P. Esteban con una son– riso muy significativa: ·Se cansarán Vds. inútilmente. Aquí ¡ 0 iglesia está de sobra, porque no entra en ella ni un alma. Con decirle que no leo las proclamas de matrimo– nios porque no suele haber nadie en el templo, está dicho todo.. .• El P. Esteban comenzó sus sermones, pero al mismo tiempo su oración y su penitencia. Veíasele permanecer largos ratos ante el Sagrario. El primer día ya se llenó la iglesia. El segundo, el pú– blico ya no cabía. El cuarto, se reunió una muchedumbre de cuatro mil pe:csonas o más. El Cura, atónito, exclamaba: .¡Esto es incomprensible! » Y no era sólo apariencia, por– que Juego comenzaron a presentarse hombres y más hom– bres a suplicar al P. Esteban que les legitimase su situa– ción moral. Había tanta labor, que tuvo que prolongar la Misión hasta el día 12 de abril. A pesar de las lluvias y del mal estado de los caminos, llegaban diariamente nuevos con– tingentes desde muchas leguas de distancia, pidiendo "con– fesión. Estando en Mayarí, tuvo noticia nuestro P. Esteban que Jos habitantes de Cabonico, pertenecientes a la parroquia de Sagua, no habían asistido a aquella Misión. Sin vaci– lar, se resolvió a visitarles y predicarles varios días. Dejando a su compañero en Mayarí, se trasladó a la aldea susodicha. Sobre una colina s.e destacaba una am– plia casa. Informándose de que su propietario era un buen cristiano llamado D. Pablo Ramírez. se dirigió allá nuestro P. Adoain con intención de transformarla en iglesia durante unos días. Su vista disfrutó de una amenísima perspectiva. A corta distancia se abría una amplia bahía, en la cuul veíanse varios grandes buques con cargamento de exce– lente ma.dera para España. Ayudado del amo de la casa, dispuso todo del mejor modo posible. Encargó al Alcalde pedáneo que avisara a los barrios Y haciendas más distantes, que la Misión comenzaría a me– dia tarde. Era el día 23 de marzo. Y llegada la hora, nues– tro misionero, erguido como si fuera una aparición celeste en lo alto de la colina, lanzó repetidas veces a los espa– cios el zumbido potente del caracol marino. La Misión duró hasta el l de abril.

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