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.:...¡ 6:..0:c_______:f:.:./_:P_:adre Esteban de Ad-=a-=a.:.:i"'-------- arrastrando, sin disponer de un céntimo, sin conocer el me– nor alivio o tregua en medio del rudo trabajo. Comprenderá lo inminente del peligro a que fué ex– puesto nuestro abnegado mísionero, el que sepa y recuerde que con tentaciones menos· graves han caído hombres que eran columnas robustas de la Iglesia. El P. Esteban, miró con ojos compasivos a la bella mu– jer, que era una oveja descarriada, y contestó lacónica– mente: -- Iremos al Canadá. ¡Bien! ¿Y después? ... -Después, agregó ella animada por la esperanza del triunfo, después viviremos donde nos convenga, y cuidán– donos bien, llegaremos a una vejez feliz. -¿Y después?, insistió el Siervo de Dios. - Podremos viajar por España, si Vd. desea visitar su país. Y el P. Esteban insistió una y otra vez con la misma pregunta, hasta que la mujer hubo de contestar: «Después no nos r:esta más que morir ·en paz de Dios.» ---¿En paz de Dios, dice Vd.? repuso el P. Esteban. ¿En paz ele Dios? Eso es precisamente lo que nós faltaría, la paz del alma, que tendría que comparecer ante er Tribunal de Dios, sin poder alegar ninguna excusa ·en descargo de su enorme responsabilidad. Y por cuatro años miserables que durarían nueslros goces y bienestar y se pasarían como · cua tro minutos, ¿nos granjearíamos una suerte desgraciada que duraría una eternidad? El P. Esteban continuó hablando acerca de lo perece– dero y deJezntxble de los bienes de este mundo, con tal persuasión, con tal fervor, que la pobre mujer quedó con– movida y convencida, pidiendo mil. perdones al Siervo de Dios y admirando la extraordinaria virtud y fuerza de vo- . !untad de aquel ser sobrehumano. A los pocos días Isabel abjuraba públicamente sus errores y recibía los Sacramentos del Bautismo y Comu– nión, edificando sobremanera a los fieles de toda la co– marca. Episodio hermoso, interesantísimo, que honraría a un Santo. , La última Misión que hemos descrito, se tfi)rminó el día 5 de noviembre. El P. Esteban se dispuso a continuar · su avance, semeja nte al fuego, que se dilata más cuanto más

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