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La Isla de Cuba 149. Pero llevaba además una bandera para él muy que– rida: el estandarte de la «Divina Pastora• (1). Era este formado por un lienzo que le fué regalado por el Beato Padre Ciare!, muy sencillo, por cierto, y de escaso 01 érilo artístico. Nuestro P. Esteban iba con él encantadísi- 1110; no lo abandonaba nunca, ni de día ni de noche. Du– rante cualquier viaje arrollaba el lienzo y lo colocaba den– tro d~ un cilindro huyco de madera. Cuando llegaba a un pueblo, desenrollaba el cuadro, lo colgaba en una vara, que remataba en una crucecita de acero y recorría prqce– siona lmente las calles, más satisfecho que el Cid Campea– dor .con su bandera, mientras cantaba las clásicas letrillas de las misiones Capuchinas. cA misión os llama errantes ovejas vuestra tie'J·na Madre la Pastora excelsa. ¡Oh dulce Pastora Madre la más tierna libra a tu rebaño de enemigas fieras! No crucen, Señora, errantes las sélvas; del hambriento Jobo no sean la presa. Oye sus balidos, alivia sus penas, ábreles piadosa del redil las puertas.• La vara del estandarte, que medía 1'60 metros, le servía de báculo en las largas marchas que hacía a pie. Con el estandarte de la Divina Pastora bendecía a los pueblos al saludarlos y al despedirlos, conjurrrba los campos, recon- (1) La devoción a la Vir gen con el título de Divina Pastora •e inició en Andalucía por el Venerable P. · Isidoro de Sevilla en ~03. El primer cuadro de la «Divina Pastora» fué pintado por lguel Alonso Tovar, discípulo de Murillo. La Cofra(iía fundada ~or_ aquel Venerable Padre alcanzó grad número de· socios. El Rey ehpe V perteneció a ella. Los Capuchinos de España y América SBeogieron por Patrona de sus Misiones a la Divina Pastora. La agrada Congregación de Ritos aprobó el oficio y lVIisa en 1795.

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