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146 El Padre Esteban de Adoain cen antihigiénica. La fiebre amarilla, el vómito y la viruela negra eran enfermedades endémicas. Recuerde el lector cómo cayeron enfermos,·ruego de lle– gar a la Isla, los cuatro religiosos que fueron con deseos de establecer una Comunidad con el P. Esteban de Adoain. Y más tarde iban rindiéndose 'enfermos todos los com– pañeros que ayudaban al P. Esteban en la serie de misio– nes que dió por las campiñas de la Isla. Hasta nueve ve– ces hubo de cambiar de colaborador el intrépido apóstol en aquel país (1). Un problema político grave, el del separatismo, existía en aquella Isla, constituyendo la pesadilla de sus Goberna– dores. Ya por los años 1823 el Capitán General D. Fran– cisco Vives sorprendió en Camagüey (Puerto Príncipe) una sociedad clandestina, denominada SOLES Y RAYOS DE ' BOLIV AR. Y aunque condenó a muerte a varios dirigentes, no cesó la campaña separatista creándose nuevas socieda– des. Como continuase la represión, por continuar indefini– damente las conspiraciones, no pocos culpables huyeroL a Norte América. Uno de ellos, el General del Ejército espa– ñoL Narciso López, realizó desde allí una expedición en 1850 y logró apoderarse por un momento del Pue~to de Cárde– nas. Sustituído el Gobernador Federico Roncali por el Ge– neral D. José de la Concha, produjéronse rebeliones locales y se orgarüzaron partidas en Camagüey, dirigidas por Joa– quín Agüero, pero fueron batidas, siendo fusilados Agüero, Fernández Echeverri, Armenteros y siete . compañeros de éste. Narciso López hizo su segunda expedición, desembar- (1) Los norteamericanos hicieron grandes esfuerzos para el saneamiento de la isla de Cuba. En junio de 1900 el comandante doctor Walter Reed recibió en Wáshington la orden de investigar las causas de la fiebre amarilla en lS> Isla, ya que la caza de mi– crobios no daba resultado. Inmediatamente el doctor Reed se tras– ladó a Quemados de La Habana con el doctor James Carroll, donde se. unieron con J esse Lazear. Estos tres con el cubano Arístides Agramonte formaban la comisión designada para un f in tan huma– nitario. Reed escuchó la opinión del Dr. Finlay, buen viejo cubano, que clamaba: «La causa de la fiebre amarilla es el mosquito>>. Tras varios experimentos que costaron la vida a varias víc~ timlis voluntarias, se averiguó ser cierta la opinión de Finlay. Lh– maror.. al mos~uito criminal «Stegómya>>. (Los Cazadores de ~h· crobios, por Paul de Kruif, pág. 347.)

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