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CAPITULO XIII LA ISLA DE CUBA (l) 1851 SUS HABITANTES. - GRAVE PROBLEMA MORAL. - LOS INNUMERABLES TENQ. RIOS.-ASOMBROSA MOVILIDAD DEL PADRE ESTEBAN.--SU EQUIPO.- A CA– NEY Y A MORON BAJO LLUVIAS TORRENCIALES. L OS campos de la Isla de Cuba, rico florón de la Co– rona de España en otro tiempo, fueron durante seis años centro de actividad del Padrf' Adoain. «Perla de las Antillas.» era denominada por su rica y abundante vegetación. Pero en el orden moral podía de– nominársela escoria del Atlántico. Un millón de habitantes contaba cuando nuestro mi– sionelO recorría sus aldeas por los años 1851 al 56. La mi- (1) Antes de continuar la historia de· las actividades del Pa· dre Adoain en Cuba, queremos hacer una observación. Las naciones nunca pueden hacerse responsables de las defi– ciencias e incorrecciones de los funcionarios del Estado y menos aún de las de sus súbditos particulares. Por lo mismo España no puede asumir la responsabilidad de las inmoralidades de comer· ciantes, leguleyos, alcaldes y gobernadores de la isla de Cuba. Los capitanes generales que con rectitud de intención gobernaban aque~ Ha rica colonia española, eran los primeros en lamentar la inmo– Talidad que en ella reinaba. A la época de que hablamos se refiere sin duda la atinada observación de Ramiro de Maeztu: <<España ya no miraba a sus ~olonias sino con ojos utilitaristas, olvidada de que había sido grande por haber antepuesto el deber al derecho, el servicio al mando, ia función civilizadora al imperio.» • (Acción Española, marzo de 1932. Artículo citado por Anuario Misional de los Capu· chinos de Navarra-Cantabria. Año 1934, pág. 31.)

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