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Intentos de fundación en Cubo 141 tes muy piadosas, de La Haba na, lo bendicen y respetan y aun se duelen de haber perdido un operario evangélico que en nada desmerecía de los mejores de la capitaL Pero DioS lo tenía destinado para ayudarme. Nada tiene de par· ticula r que, siendo tanto su celo• y . tan gloriosos sus · resul– tados, venga sobre él la tribulación.» Cuando el Padre Esteban comenzó su campaña de Mi– siones por ía Isla, tan fecundas en éxitos espirituales y ja– lonadas con los prodigios con que le favorecía el cielo, el mismo Obispo de La Habana escribió al Arzobispo de Santiago dándoíe mil satisfacciones y excusas. Y cuando cinco años más tarde el P. Esteban pasó por La Habana, el mismo Dr. Fleix le llamó, ·quiso sincerarse del paso tan pre– cipita do que había dado, le entretuvo largo rato hablándole con familiaridad de amigo y le regaló un libro. El humilde religioso al ver la rendida actitud del Pre– lado, le interrumpió exclamando: «Excmo. Sr., no me hable nada de lo pasado, porque todo fué dispuesto por la Divina Providencia» (!). (1) Cuaderno II,. autógrafo del P. Adoain, pág. 1.• (suplemen– taria).

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