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134 El Padre Esteban de Adoain Mr. Pendiletón y toda la tripulación a la secta de los cuá– queros, le trataron con suma reverencia, tanto el mismo capitán, que le cedió su camarote, y le sentaba a su mesa, como la tripulación (l). La causa de esta extraña simpatía era que el capitán pertenecía a .la Liga de la Templanza, fundada por el célebre Padre Matew, Capuchino irlandés, con ayuda de un cuáquero llamado Guillermo Martín (2). El día 26 (3) llegué felizmente restablecido a La Ha– bana. Me dirigí a nuestro antiguo convento de San Felipe; pero como el Gobierno se apoderó de casi todo, no había celda vacante. El Padre Jacinto de Peñacerrada (4) me ce– dió un rincón, hasta que en San Agustín me prepararon una celda los PP. Observantes, con quienes estuve muy bien. (Cuaderno II, p. l.) «Luego me presenté a los señores Roncali, Capitán Ge– neral y al Conde de Villanueva, Intendente General. a quie– nes les manifesté mi misión, así como también al Sr. Obispo, quienes se alegraron muchísimo.» (5) (Cuaderno II, p. l.) (1) La de los cuáqueros es una secta protestante, fundada por el artesano Fox, que murió en 1624. Niegan el Credo, los Sacra– mentos y el Magiste1·io de la Iglesia. (2) La Liga de la Templanza, cuyos afiliados hacían voto de abstenerse de bebidas alcohólicas, contaba en 1840, cinco millones y merlio de asociados en Irlanda y Gran Bretaña. El Padre Tea– baldo Mathew, la propagó también en Estados Unidos, donde vió alistarse en la Liga a 600.000 personas. Murió tan benemérito Ca– puchino en Cork en 8 diciembre 1856, a los 66 años de edad.. (L'Echo de Saint Fran~ais. Toulouse, 1895. N. 14, Febrier, pág. 48.) (3) En su cuaderno segundo dice el P. Esteban que llegó a La Habana el 24. Pero en la carta dirigida a D. Benito Gil dice que el 26. 1\'le atengo a esta segunda fecha. Porque la carta fué escrita pocos días después, mientras que la nota del cuaderno fué escrita varios años más tarde. Además esta fecha de 26,' es la expresada en el texto del oficio dirigido al Capitán General, solicitando permiso para residir en Cuba. (Archivo del Vice-Postulador, Carpeta II.) (4) El P. Jacinto de Peñacerrada fué uno de los religiosos Capuchinos que se h·asladaron a Venezuela en 1843. Predicó un sermón contra los periódicos anticlericales. El periódico «El Re– lámpago» contestó al predicador. Replicó éste. Pero el papelucho· volvió a la carga con insultos y frases soeces. Asqueado el P. Ja– cinto, se ausentó de Caracas, trasladándose a La Habana. (P. Lo– dares, t. III, pág. 61.) (5) El Obispo de la Habana era el Dr. D. Francisco Fleix Y Solans, que la gobernó de 1846 a 1865. Sucedió!e el Padre J acint<> de Peñacerrada, el cual fué preconizado en 1867.
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