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Intentos de fundación en Cuba 133 que Venezuela está en continua revolución y que no hay esperanza de paz, por estar los partidos muy exaltados. Y como el vencedor es enemigo de todo lo bueno, tememos llegará el momento en que nos diga: "Salgan de San Fe– lipe" Y una vez esparcidos, ¿quién podrá reunirnos? Sería muy difícil. Fundados en estas probabilidades, consultamos con el Sr. Cónsul y le dijimos que pensábamos trasladar– nos a La Habana. Nos aplaudió el pensamiento y añadió que tenía mucha amistad con el Sr. Obispo y que tendría– mos muy buena acogida. »En virtud de todo esto, el P. IVIurieta con los demás me comiswnaron para que v1mese, con una carta del señor CónsuL a presentarme al Sr. Obispo (de La Habana) y viera si se podía formar una Comunidad en este Colegio a ntiguo que vió tan célebres Capuchinos (1). »El día 4 de noviembre (de 1849) me embarqué en La Guayra, etc.» · En esta carta se expresa con frase sobria y diáfana la causa qm~ les movi~ a los Capuchinos de Caracas .a · pen– sar en otras regiones de apostolado y particularmente en la Isla de Cuba; y está insinuada con exquisita modestia la confianza que pusieron, tanto el P. Prefecto como los de– má s religiosos, en el talento y discreción del Siervo de Dios, no menos que en su valor para acometer, a través del mar, una aventura de éxito dudoso. En efecto, nuestro Misionero abandonó Venezuela sin despedidas, sin protestas contra los revolucionarios, esqui– vando cuidadosamente la publicidad. Al embarcarse en La Guayra, dirigió al suelo venezo– lano una mirada de compasión, semejante a la que el Di· ·vino Maestro dirigió a Jerusalén, la ingrata, la desleal. El Padre Esteban consigna en su Cuaderno segundo, que estaba enfermo de fiebres y . que por esta causa tuvo que detenerse en kr isla de Curasao todo el mes de di· cie:nbre. El día 15 de enero de 185'0, según la nota del Vice– cónsul español de Curasao, hízose a la vela· en la barca norteamericana •Lillias». A pesar de pertenecer el capitán (1) Per teneció a los PP. Jesuít'as, hasta que por la Pr agmá– tica de Carlos III fueron expulsados en 1767, siendo sustituidos I>or los Capuchinos.
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