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CAPITULO XII INTENTOS DE FUNDACION EN CUBA 1849--50-51 SIN ESPERANZAS DE PAZ EN VENEZUELA.--A LA HABANA.- EN TORNO AL CONVENTO DE GUANABACOA.- UN NUEVO DESASTRE.-«LA BORRASCA DE. LA HABANA:o. C UANDO no seais bien recibidos en una ciudad, salid de ella, sacudiendo el polvo de las sandalias, dijo Je– sús a sus Apóstoles. Quiso decir con esto el Redentor del mundo, que el Sacerdote no debe forcejear con potestades seculares por mantenerse en un palmo de tierra determi– nado, porque el patrimonio del Misionero es toda la tierra, cualquiera que sea. el país donde haya un alma redimida por la sangre d e Jesucristo. El Sacerdote es universal, como la verdad que enseña, como la moral con que salva al mundo. Por eso el P. Adoain puso en práctica humildemente el consejo de Cristo y se trasladó a la Isla de Cuba, país muy necesitado de misioneros. Hubiera sido ·muy pueril y muy impropio de su elevado carácter apostólico empeñarse en vivir en una nación cuyas autoridades hacían profesión de guerrear contra sacerdotes y religiosos, impidiendo el fruto de su ministerio. A la larga hubiera triunfado el P. Esteban, pero su triunfo se confundiría con un movimiento de amor propio. En una carta dirigida al Presbítero D. Benito Gil, le decía (1 ): «Por los periódicos de Madrid habrá s~ido usted (1) Carta de 10 de febrero de 1850. D. Benito era un saeer– dote de Adoain,

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