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El Gobierno de Caracas y el Padre Adoain i29 - y el Siervo de Dios fué conducido entre dos esbirros u la prisión. Al mismo tiempo y a la misma hora, en el Senado se • hablaba agitadamente sobre el, sermón sedicioso del Padre Adaain. pronunciado en San Francisco, ·y se resolvió que por medio del. Secreta~i~ Sr. ~reire se el~~ara un ~omu­ nicado al Gobierno, pidiendo mformes oficiales y Ciertos sobre dicho acontecimiento. Así se hizo; a lo que contestó el de Interior y Justicia que «ya antes de recibir el comu– nicado del Honorable Senado, el Gobierno tenía noticia so– bre el particular y que el P. Esteban de Adoain había sido interrogado en el despacho del Ministro del Interior y Jus– ticia. pero que, no habiendo querido responder distinta– mente a las preguntas, el Poder Ejecutivo dispuso fuese puesto a seguro arresto y pasó a la Corte Superior res– pectiva los documentos que obran contra él. para que fuese juzgado con arreglo a las leyes». El día 2 de abril, el mismo Sr. Revenga "comunicó al Presidente de la Corte Superior del Segundo Distrito la or– den de que proceda a oír a los testigos, los Honorables: Senador y Representante Mauricio Blanco y Miguel García Mesa. Sr. Juez de Primera Instancia, Sr. José Dolores Gó– mez y a los Srs. Francisco del Castillo. Santiago Terrero y otros. Los testigos señalados por el Sr. Revenga habían de ser de los más empedernidos anticlericales del partido li– beral y no es necesario advertir que declararon desfavo– rablemente ·al Siervo de Dios, mas sin atreverse a concre– tar delito alguno. Dichos testigos comparec!eron el día 7. . Para ei 12 de abril fueron llamados Juan Morales, Tito Alfarn y los doctores Rodríguez y Aguerrebere, no por el Ministro, sino por el Presidente de la Corte Superior. por haber sido señalados· como presentes al sermón por otros testigos. El primero declaró .que oyó al predicador decla– mar en general contra los perseguidores de la Religión y abogar en..favor de los ministros de ella. sin nombrar ni Gobierno ni Capuchinos. El segundo declaró en los mis– mos términos. Y D. Tomás Aguerrebere dijo que no recor– d~ba haber oído expresión alguna subversiva, ni que alu– diese al Gobierno; que amenazó con la Justicia de Dios contra los apóstatas escandalosos obstinados.

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