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114 , El Padre ·Esteban de Adoain que · fué reproducción exacta de lo .ocurrido en Para para en 1843. Venezuela recobraba un gran apóstol que había perdido. Gran suerte. será para ella si sabe conservarlo y aprovecharse de él. . Referiremos ahora un suceso, que se halla consignado en una de las biografías escritas a raíz de la muerte . del P. Adoain. De él hacían gran mérito los religiosos que tta. taren a l Siervo de Dios (1). - Cierto caballero, célebre y ca lificado político de Ve- . nezuela, influyente en toda la República y aun en Canci– llerías extranjeras, casado canónica mente, vivía en contu. bernio ilícito con una mujer de la ciudad de. Maracay, hacín cerca .de cuarenta años. De ella tuvo varias hijas que eran buenas cristianas. Cayó enferma la concubina. Su socio apareció pronto e n casa para asistirla. Las l}ija s llamaron al P. Esteban. Opina bun que nadie sino él arreglaría aquel tinglado que se presentaba difíciL¡:! hecho era público, aunque no cau– saba gran escándalo, porque se afinaba poco en asuntos de moral y abundaban los ejempla res de esa naturaleza. Por lo mismo eran muchos los que creían que aquello del prócer político no se arreglaría. · Entró el P. Esteban en la casa . Fué bien recibido oor todos. Habló primer~mente a las jóvenes que lo llamar'on, haciéndoles algunas reflexiones y advirtiéndoles que la primera diligencia era que el pa dre saliera de casa. Ellas se alarmaron, prorrumpieron en sollozos, alegando mil con· sideraciones que parecían de trascendencia para su por· venir. El Siervo de Dios no transigió. Se mostró inflexi· ble, aunque prodigaba caridad y unción evangélica en sus palabras. Por fin se tranquilizaron y se avinieron a comu· nicar a su padre el dictamen del misionero. Ya se deja entender que él no obedecería fácilmente a lcis insinuado· nes de sus hijas. ¿Qué haría el Siervo de Dios? Se trataba de un personaje acostumbrado a mandar y a recibir heno· res de toda la República. Era un ex Presidente y era un militar a quien nadie jamás había osado imponerse." Pero ante la moral y ante Dios, no hay presidencias (1) Tuvimos la ·suerte de hallar nota de este suceso en las págs. 444 y 445 de un tomo de ser mones autógrafos del P. Adoain que presentamos a la Sagrada Consagración de Ritos en 1929-

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