BCCAP000000000000130ELEC

110 El Padre Esteban de Adoain bias, sino a la del Comisionado Poblador, que era un zambo brasileño, llamado Pedro Joaquín Ayres, el cual, como viera en los misioneros un obstáculo para su codicia y sus i njusticias, no menos que para su lujuria, los persiguió y les amenazó de muerte y éstos hubieron de huír a través de bosques impenetrables hasta alcanzar la frontera del Brasil, desde donde se trasladaron a Guatemala (1). Los once que fueron al Caroní. murieron casi todos. En résumen: la empresa misionera de Venezuela, ca. menzada con tan risueña s esperanzas en 1842, fracasó la. mentablement~ por cinco ~ausas: 1.• ·La propaganda secta – ria de «El Venezolano». 2." El reglamento decretado por el Gobierno que convertía a los -misioneros en unos depen– dientes de los Comisionados Pobladores. 3." La obligación injustamente impuesta a los misioneros de jurar la -Cons– titución y tomar carta de naturaleza. 4.• La situación pre– caria del erario público. 5." El cambio · de hombres efec– tua do en el Gobierno a l comenzar el año 1843 (2). Semejante fracaso no extrañará al que sepa la His– toria General de las Misiones Católicas. No es cosa nuevn que los. misioneros sufran vejacion~s y persecución por pa rte de tra ficantes sin conciencia y aun de los· poderes civiles (3). Pero volvamos la a tención a nuestro heróico P~ Esteban d e Adoa in, a quien dejamos después de su llegada a Us- (1) Cronicón de los Capuchinos de Centro-América , parte I, pág. 20. Y carta del P. F ermín de Alcaráz al Arzobispo de Cara – cas, copiada en .aquella curia por un amigo y publicada después por los PP. Lodares y Carrocera. (2) P. Lodares. Los Franciscanos Capuchinos en Venezuela, T. III pág. 31. (3) C<incretémoRos a las Misiones Capuchinas de Venezuela. Los primeros Misioneros llegados a Venezuela. en 1650, con– ducidos por el Venerable F1·. Francis co de Pamplona, hubieron de r egresar a Madrid para defender se ante el Consejo de India s de las calumnias y malos tratos de cierto gobe1·nador desaprensivo. Pocos años más tarde, el Venerable P. Carabantes, cuya causa de Beatificación fué introducida hace años, hubo de sufrir no poco, pues en 1659 el Consejo de Indias dió or den de que los Capuchinos se retirasen de América. El P. Felipe de Cintruénigo hubo de di– r igir al Re.y de E spaña en 1763 un largo informe en defensa de los Capuchinos navarros misioneroS, co~tra el Poblador Manuel Gar cía de la Peña y el gobernador de ~laracaibo, que les ponían obstáculos en su labor apostólica de la región de Pe1·ijá. Ocho a ños más tarde, los misioneros Nicolás de Antequer a y Juan de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz