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El fracasa de la Misión 103' humano socorro! Entraban algunos indios .a visitarles y nada podían hacer sino lamentarse y llorar. El indio coci– nero no sabía hacer un caldo. Iban pasando los días y no experimentaban alivio. Cada uno de los dos enfermos expresaba al otro el deseo de morir primero, para tener el auxilio de un sacerdote en la hora de la agonía y ambos rogaban al Señor, supli– cando esta gracia. El que muriera el primero conseguiría en el cielo la salud del otro, para que pudiera continuar trabajando eritre aquellos pobrecitos indios (1). Cierto día entró a visitarles una india, la madre de dos niños. que hacían el oficio de monaguillos. Compadecida de los misioneros, coció un manojo de raíces de una hierba que llamaban majagua. Con aquel brevaje experimentaron alguna mejoría. · · · El día 4 de octubre· recibieron un oficio del gobernador, que les ordenaba abandonar inmediatamente la Misión y retirarse a Achaguas o a donde quisieran. ¿Era orden del Gobierno? ¿Era orden particular del go– bernador de Apure? Sea como fuere, la postura adoptada por la autoridad civil resultaba muy poco gallarda, muy ruin y muy injusta. ¡Con qué facilidad se rescinde un serio contrato hecho con una Orden religiosa y refrendado por el Romano ,Pontífice! ¡Con qué incomprensión se destruye la hermosa obra de las Misiones ya florecientes, y se haée caso omiso dé los esfuerzos heróic;os realizados por tan ab– negados misioneros y se deja que una importante parte de la nación se hunda en la barbarie! Con el corazón taladrado de pena, el Padre E~tebún hubo de comunicar a los indios la orden recibida y que. se disponían ci obedecer ambos misioneros. No es posible des– cribir - dice el P. Esteb'an- e-l sentimiento experimentado por nuestros indios. y a se deja entender lo emocionante de las escenas que se registraron. ¡Los pobres indios queda– ban abandonados como antes, quedaban huérfanos, sin Pa– dre que mirara por ellos! Todos desconsolados y llorosos exclamaban que iban a quedar esclavos de cuatro merca– deres malévolos. ¡Nos vamos a los bosques -añadían- (1) El .Padre Esteban pedía a San Francisco que le alcanzara el favor de morir el día de su fiesta, el 4 de Octubre. (C. I, p. 30).

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