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<)8 El Padre Esteban de Adoain sorprendido por la vlsita de un escribiente del mismo go– bernador, el cual le entregó cuatro oficios del Supremo Go- • bierno de la República. Con el primero, de fecha 28 de junio, el Gobierno daba la más satisfactoria enhorabuena a los misioneros por el celo ardiente que desplegaban en la labor de civilización de indígenas. Por el segundo, de la misma fecha, se orde– naba al gobernador de Achaguas que proporcionase a los misioneros un instrumento para hacer hostias. El utensilio lo habían solicitado los misioneros, porque desde El Pa– lote hasta Achaguás tardaban ocho días en invierno cada vez que debían ir a comprarlas. El tercer oficio era de fe– cha 12 de julio y disponía que los misioneros jurasen cum– plir y defender la Constitución y tomasen carta de natu– raleza en Venezuela, es decir, se hiciesen venezolanos; previniendo que, de no hacerlo así. los misioneros deberían reintegrar al Gobierno todos los gastos de transporte desde Europa y salir de la República. Por el cuarto, firmado en 14 de julio, se mandaba que a los misioneros del Apure se les pagase en Achaguas lo convenido, pero de ninguna ma– nera antes de que jurasen la Constitución y leyes de Vene– zuela; y que sólo en este caso podrían ser considerados como en posesión de sus Misiones. Es imposible expresar la terrible impresión que pro– dujo al Padre Adoain la lectura de los dos últimos oficios. Decepción más desconsoladora no había experimentado jamás. Semejantes disposiciones eran contrarias •a lo conve– nido y firmado en Marsella. En ellas se encerraba una gran dósis de mala intención. No pudo ocultar el Padre Adoain al funcionario del Gobierno sus sentimientos ante la con" duela incalificable de sus superiores políticos. Y cobrando ánimo, contestó al oficio con otro oficio, diciendo que estaba pronto a reintegrar al Estado todos lós gastos causados desde el embarque en Europa, siempre que el Gobierno le pagara lo que le adeudaba desde que entró en Venezue1a, según lo estipulado y firmado en Mar– sella; pero que se negaba en absoluto al juramento exigido y a tomar la carta de nacionalidad venezolana, por ser condiciones contrarias a lo pactado. A cualquiera de los lectores le ocurrirá preguntar; ¿por qué el Gobierno de Venezuela mostraba tanto empeño en

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