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76 ANUARIO MlSIOSAL que se apoderaría de sus corazones un extrar'io sentimiento, mezcla de gozo vivísimo y de muy honda tristeza, por verse constreñidos a arrancarse de aquel suelo, regado con sus lágrimas y fecundado y cristianizado por ellos a golpes de fatigas y tribulaciones sin cuen– to; y de gozo al sentir en el fondo de sus almas la voz del Divino Maestro, dulce como una caricia y llena de promesas, que entre el rumor de las olas queda pero distintamente decía: «Alégrate, siervo bueno y fiel, que te has esforzado en cumplir mi voluntad: porque has sido fiel en lo poco, Yo te voy a hacer sei\or de grandes rique– zas; el cielo será tu recompensa.•