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A~VARIO ,\\ISIOXAI. 73 mención más arriba, y sus •Memorias• de las Palaos, obras inédi– tas todavía. (1) Narrar las penalidades de nuestros Misioneros sería cuento de nunca acabar. El P. José de Tirapu fué abofeteado; Fr. Sebastián de Sangüesa arrojado en prisiones como un facineroso; pasó Fray Julián de Vidaurreta cinco ailos sin probar el pan, y completamen– te solo; el P. Segismundo de Real de Gandla y Fr. Sebastián de Sangüesa naufragaron dos veces, estando a pique de perecer; el P. Luis de Granada murió sin asistencia de nadie; y todos debieron sus vidas en aquellas levantiscas regiones a la especiallsima pro· lección del Señor, que velaba sobre ellos con ternuras y delicade– de madre. Ahora ya no me sorprende que la semilla de la divina palabra arrojada por nuestros misioneros en medio de tantas tribulaciones, haya dado el ciento por uno; ni me extrallan las encendidas alaban– zas, prodigadas a la grandiosa obra de nuestros Padres y J-lermanos por quienes han tenido la rara fortuna de constrastar sobre el terre– no sus resultados magnlficos. •Tengo que confesar paladinamente (escribe en 5 de Junio de 19'2'2 D. Salvador Cortés,- Gobernador que fué de Carolinas Occi– dentales desde el 16 de Abril de 1897 hasta el 3 de Noviembre de 1899- al P. José Gununcio S. J. misionero en Yap;) que c;:in tan buenos elementos y cualidades personales, es sumamente fácil el gobierno de cualquier pueblo por numeroso que sea, mucho más, si a la vez se cuenta con misioneros excelentes, cual los PP. Capu– chinos que sabían conducirlos [a los habitantes de Yap] por el ca– mino de la rectitud, del respeto y 'obediencia, unido al amor y te– mor de Dios, inculcándoles al mismo tiempo las prácticas de bue– nas y santas costumbres, que fueron adquiriendo mediante la coo– peración del Rdo. Padre Superior Daniel, con su coadjutor Padre Cristóbal, el no menos querido P. José encargado de las escuelas de Santa Cruz, con el humilde y simpático P. Vicente, mas los inol– vidables PP. Gregorio y T oribio, convalecientes de enfermedades que tuvieron en las Palaos (2) y otro que actuaba en el norte y cu- (1) Los manuscritos originalu de estos trabajos, asl como el del Cateci,.. mo de Doctrina Crisliena Hlspano-Vapensc del P. Daniel de Arbáte¡¡l•i obrnn e1> nuestro archivo provincial de Pamplona. (2) El excelente exgobernador de las Carolinas Occidentales, o. Salvodor Cortés, sufTe oqu.í a juicio nuestro, uno equivocnclón, muy comprensible, desde luego, habida oportuna cuenta de la distancia de tiempo a que escribe estos r~ cuerdot. El malogrado P. Orcgorio de Peralta no migion6 en los Pnlaos. Cuando
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