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CONCLUSl[ON Para terminar el e Anuario., pondremos aquí el balance de altas y bajas de nuestras Misiones, en este año 1936, señalado definitiva· mente en Ja historia de Esparla y del mundo cristiano por la tremen· da crisis provocado por el Comunismo en esta tierra privilegiada empeilada desde hace dos meses en detener esa fiera con el empu– je generoso de los mejores hijos de la Nación Católica, pidiendo a Dios que nuestra privilegiadlsima Provincia deNavarra pueda aten· der en i. delante a la ímproba labor de expansión católica que le en· comendó la Iglesia. Al Vicariato Apeo. de Guam se envió un Padre Misionero: a Fi· lipinas, otro: tres a la Argentina y otros tres Padres y un Hennano a Chile. En el mismo tiempo han fallecido: el R. P. José de Lizaso, benemérito misionero de Chile, Vicario de nuestra Casu de Santia· go. El R. P. Félix de Arbizu, gran pérdida para nuestra querida Mi· sión, del Kansu como puede verse por la Nota necrológica de este •Anuario• en las páginas 47-49. El R. P. Cesáreo de Legaria, celo– so misionero de Pangasinan cuyo escrito póstumo sobre esta re· gión va aquí en las págs. 96- 100. Buenlsimo trabajador, prematura· mente agotado, que vino a Navarra para descansar, y aquí entregó su alma plácidamente a Dios. El V. Hno. Fr. Juan de Ecala, ancie· no misionero en Chile {Virla del Mar), y el ejemplarlslmo enferme– ro y apóstol de nuestros neófitos chinos del Kansu, V. Fr. Conrado de Salinas, cuyo solo recuerdo arranca lágrimas aun a los paganos del Kansu a quienes, heridos y enfermos, prodigaba sus desvelos maternos llevándolos a Dios. Pidan nuestros lectores en sus oraciones por el.eterno galar·

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