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ANUARIO ¡\\JsroNAL ~~~~~~~~- ni españoles, pero ni aún un solo chino o japonés, coi;11 rarísima en Filipinas. Sin embargo de pertenecer a la provincia de Pangasinán, no todos son pangasi11ones ,pues la mitad de los pueblos de Sual y Aguiler están poblados de llocanos inmigrados, que conservan· tenazmente sus caracterlslicas y su lengua. El carácter de unos y de otros es dulce y bueno, sin que por ello carezcan de genio y energfa. En general son sumamente pacl– ficos, cariftosos, hospitalarios y domésticos. A los pangasinanes se les eche en cara poca afición el trabajo del campo y falte de de– cisión y constancia en sus empresas, por lo que poco e poco van dejándose absorver por los ilocanos. Todos son de costumbres sa– nas, urbanas y morigeradas, habiéndose hecho tan pronto y bien a. la civilización cristiana que apenas quedan residuos de sus usos gen– tflicos fuera de los barrios apartados. La lengua hablada en toda nuestraMisión es el pangasinán, que. como el tagalog y la mayoría de las demás lenguas filipinas, es una corrupción del malayo. En los pueblos deSual y Aguiler, los iloca11os hablan su lengua, pero entienden y se expresan también en pangasinán, por lo que, salvo algunos casos, el ministerio es· piritual puede desempeñarse constantemente en una sóle lengua. El castellano apenas si lo hablan u11 cinco por mil de los habitan· tes y el inglés, aunque es oficial en les escueles y en les oficinas Gobierno, lo entienden pasablemente un dos por cien , pero nadie lo usa más que para asuntos oficiales. 3. Antecedentes. De los cuatro pueblos de nuestra Misión solamente Labrador remonta su existencia hasta los tiempos de Legazpi. Bugallón (o Salase, como ántes se llamaba,) fué fundado en 1719 y no tuvo pá· rroco hasta 1749. Aguilar y Sual eran, hace poco más de 100 aílos, barrios de Bugallón y Labrador respectivamente y todavfs no han celebrado el centenario de la creación de sus parroquias y muni– cipios. La evangelización de estos pueblos corrió siempre a cargo de los Padres Dominicos, hasta que en 1898 la Revolución filipina les hizo abandonarlos y concentrarse en .Manila. Los Padres Domini· cos ccn método y constancia hablan conseguido cristianizar a to· dos los habitantes de los mencionados pueblos, aunque, como pue– de suponerse, ~n tan pocos silos no e~a posible que madurase mu· cho h1 religió!l de la mayorla de ellos. Por eso con lo Revolución filipina rejuV<!necleron muchos u5os y recuerdos paganos y se des-
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