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son siempre más de 200 su canto se deja oir periectamente en la es· paciosa Plaza de Espai'!a. Qué hermosura! XI Muchos de los americanos que han vivido en Guam lo llaman •Li!tle Paradise• (Pequeilo para!so). Al expresarse así, se refieren al <:lima y vida tranquila y segura de la isla. No les falta razón. Guam es la tierra del orden y respetuo mutuo. Ello es debido al imperio de la ley que mantiene exteriormente la paz y bienestar públicos. Nada de tumultos ni perhlrbaciones sociales, nada de insolencias contra la Autoridad. El que infringe la ley siente muy pronto la ac– <:ión de la Justicia que castiga cualquier desafuero sin que valgan in· fluencias de ningún género. No se conoce ali! lo que en otras parles han dedo en llamar «crimen social». El homicidio voluntario es sim– plemente un crimen-el mayor- que la ley castiga con pena capital. Efecto de ese imperio de la ley y la sanción de seguridad que en Guam se siente y que contrasta con este estado de intranquilídad, zozobra y temor que se advierte en los paises dominados por una falsa democracia. En este ambiente se desenvuelve bien la vida sencilla de los <:hamorros, que admirando y todo la administración americana, no han podido todavía ser conquistados por la Reforma protestante, si– no que, casi en su totalidad, se muestran leales y entusiastas de sus misioneros católicos que durante la dominación española supieron sacrificarse por el bien de sus almas, hasta cambiar un pueblo salva– je en otro, muy otro, civilizado y cristiano; y gloria de Jos hijos de la provincia capuchina de Navarra·Cantabria·Aragón, el haber intensi· ficado y perfeccionado notablemente esa civilización cristiana sal· vandola de la herejía protestante, la cual, confiada en Ja preponde– rancia y libertad americana, se prometía la conquista total de la is– la en pocos años. El fracaso, o por lo menos estancamiento, del pro– testantismo en Guam es debido, después de Dios, al celo constante de nue:.tros misioneros. Vaya mi calurosa enhorabuena al Ecmo. Mons. Olano y a todos sus Misioneros por su hermosa y meritoria obrn, y para mis amados chamorros toda mi simpalfa, todo mi cari.– i1o y mis mejores plegarias. X.
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