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ANUARIO MISIONAL 83 viceversa tres veces al mes admitiendo correo y pasajeros. En cuanto a sanidad p(1blica goza Guam de un hospital muy bien dotado y admirablemente servido, con salas para militares y civiles, gratuitas y un departamento para pensionistas donde por un módico cánon tiene el enfermo habitación privada, comidas especia– les, médicos, medicinas, rayos X y toda clase de operaciones. El hospital es, sin duda, la institución número uno de la isla. Es entera– mente controlado por los médicos americanos de la Marina bajo un jefe llamado médico mayor, asistidos por enfermeros y enfermeras americanas tituladas, ayudadas éstas por un cuerpo de enfermeras nativas muy competentes y casi todas graduadas en escuela espe– cial. Como ampliación del hospital y a las órdenes de su jefe exis· te en todos los pueblos y centros de la población, en los campos servicio permanente para casos de menor importancia servido por un eofermero graduado de la marina americana. El considerable gas· to que supone este admirable servicio de sanidad solo puede expli– carse teniendo en cuenta que es el propio Gobierno Naval quien lo soporta. VI El Departamento de Educación ocupa también muy prominente lugar. El Gobernador mismo es el Diredor de Educación. Tarea lar– ga supone la relación completa de todas sus actividades. Me con· cretaré a consignar que la pequeña isla, de 20.000 habitantes, sos– tiene 36 escuelas (primarias y de segunda enseñanza) con 186 maes– tros normales, casi todos ellos nativos, con una asistencia de más de 4.000 niños de ambos sexos. En los grados superiores de la Se– nior HighSchool se dan clases especiales para aspirantes a enferme· ros, clase de leyes y de biología. Según datos oficiales, el presu– puesto de Educación del pasado ailo ascendió a 50.526 dólares (pe– setas 370.000) o sea, más de dieciocho pesetas por habitante. La enseñanza es obligatoria desde los7a los 14 años bien en las escuelas del Gobierno o particulares. As! se explica no haya en Guam ningún analfabeto de 35 años para abajo. Tres días a la semana hay escue– la nocturna para personas de edad avanzada. Pasan de mil (hom– bres y mujeres) los que asisten a esta escuela donde aprenden a leer y escrib;r en inglés, aritmética, geografía, etc. Pensiona además el Gobierno a tres jóvenes nativos que estudian en América, uno para médico, otro para abogado, y otro la profesión de dentista. Prácti– cos los amaricanos, sostienen en la capital escuelas complementa– rias de carpintería, cocina, repostería, cosido, corte, de tejido de
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