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ANUARIO MISIONAL 79 misionero que ha pasado en Guam los mejores años de su vida. Dice así: •No me es posible negarme al requerimento de escribir para •ANUARIO MISIONAL• un artículo sobre nuestra misión de Guam, is– la remota en la que he pasado algunos años y de la que guardo re– cuerdos los más agradables, tales, que llegan a causar nostalgia en mi alma a la simple comparación de mi pasado y presente. Cosa extraña puede parecer aalguno que un español añore un país pobre, de clima enervante, de gente de distinta raza y diferentes costum– bres. Téngase presente que el misionero no abandona su pais y El limo. Sr. O. 1'\lguel A.n¡rel Otaoo, VJc. Ap. de Guam rodeado de MJsloneroa que celebran el aofversatfo de la Consacractón del Prelado. cuanto él encierra de halagador para el corazón humano atraído por ventajas materiales de ningún género. Almas que salvar sólo busca, sean éstas de hombres de cualquier color y raza, creyentes o idóla– tras, vivan en el polo o en el ecuador. Recibido el mandato de sus su– periores, el misionero abandona y renuncia alegre a cuanto natural– mente ama, y se dirige al lugar que se le ha señalado, ora sean ar– dientes playas solitarias, ora sean frias montañas, y allí se estable– ce con ánimo decidido de pasar la vi<la entera en la noble ocupación de llevar almas al cielo. Retirar al misionero de su amado nido, el campo misional? Salvo caso de enfermedad, seria sacarlo de su cen– tro. Vuelto a su país y rodeado de comodidades, arlorará su misión, sus amados neófitos, su modesta residencia, su pobre iglesíta, sus.
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