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ANUARIO MISIONAL 71 -Hay mucha gente allí? -No mucha, Padre: unas doce familias no muy numerosas, pe· ro todas de vida sencilla y de buenas disposiciones para abrazar la religión del Señor del cielo. - Bien: vamos pues a Ma·wu·huo que según el humo que se ve, no debe de est&r ya lejos. Efectivamente, en ua recodo del camino aparecieron sus casas medio derrengadas y ocultas casi por los montones de paja apilada en las eras. Llegamos a una de ellas e inmediatamente dos perra· zos furiosos se arrojaron contra mi caballo, pero con el garrote en K1nsu. Bautismo& del dla de Sébado Santo. alto los contuve, hasta que un fornido montañés, que salió a tomar nuestras cabalgaduras, inclinándose delante de mi y saludándome me dijo: El Padre está bien? - Bien estoy le, contesté. Cual es tu noble apellido? -Mi despreciable familia es Ma (caballo). -No tendrás en tu ilustre morada un rincón donde pasemos esta noche que promete ser muy fría? - Somos pobres labradores; pero si el gran hombre no tiene a menos, le invito a entrar en mi humilde habitación... Entre tanto, el Bigotiños, que conocía la familia , habla carga– do ya con mi manta y arreglado con ella el Kang familiar sobre el cual no habla otra cosa que una estera de cañizos entrelazados. Entré pues en aquella casa y descalzándome de mis zapatos, tomé
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