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ANUARIO i\\JSJO!-IAL El Bigotiños Perdido en estas cavilaciones, oigo que llaman a la puerta y veo entrar en mi cuarto al famoso Bi~otiilos. ¿Quien es este per– sonaje?... El Bigotiilos es un viejecito de 62 anos, convertido del protestantismo por el P. Andrés y bautizado posteriormente con el apodo de bigotillos, a causa de su famoso bigote blanco colgado del labio superior en forma de media luna. Llega con la túnica cu– bierta de polvo y después de quitarse el gorro y hacerme una pro– funda inclinación me saluda: El Padre Espiritual está bien? -Bien estoyytú de donde vienes hoy venerableancianoWan? -Del mercado de YUtuchen, P. Espiritual. -De modo que has andado hoy 82 kms.? Es qne tienes alas en los pies? El Bigotillos me responde primero con una sonora risotada y al momento se desahoga con su muletila favorita: •La gracia de Dios, P., la gracia de Dios...• Con gusto. hubiera participado yo de la alegria espontánea y franca de aquel viejecito; pero las dificulta– des del ejercicio misional de este año tralanme tan preocupado que no pude menos de cambiar la conversación y as! con la mayor gra– vedad le dije; Venerable anciano Wang, cuantos silos tienes? -62, P.: soy del signo del mono. -Bien, y cuando te hiciste cristiano? -El ailo 18 de la república. los? -De manera que más de50 ailos has sido adorador de los ído- -Así es, P. -Y cuando vas a pegar al Seilor del cielo esas cuentecitas de tu vida pasada? Mira, anciano Wang, voy a dedicarte al apostola– do. No tengo catequistas, ni puedo yo solo salir por esos montes en busca de las ovejas de Nuestro Sellor Jesús. Maíluna vas a sa· lir a los montes del Sur. Tu fuiste quincallero y conoces mucha gente. -Bien Padre: mai'lana saldré. Al dla siguiente el Bigotiños, con el báculo en Ja mano, se me presenta, y arrodillado me pide Ja bendición. Se la doy con to– da el alma y le apunto Ja idea de llevar algunos centimillos para el camino; pero me responde riendo: No, Padre; en esos montes puedo yo comer y dormir todo el tiempo que quiera. Los habitan– tes son muy hospitalarios y además conocidos mios... Con treinta pts. mensuales hubiera podido enviar un catequis– ta instruido, formado en algun vicariato vecino; pero con los me-
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