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A:-IUARJO M~ISIONAL 55 de su empeño. Esta misma crecida de las aguas les impidió llegar hasta Yütuchen. Las aguas, pues, que tanto nos molestaron, fueron nuestra salvación. Sin ellas no es facil decir que hubiera sido de no– sotros. Es muy probable que hubiéramos caido en manos de los co– munistas. · De vuelta ya hacia casa, erramos el camino y no nos fue facil dar con el verdadero. El dirigimos a alguna familia para preguntar por el camino y el que todos echaran a correr, eran una misma co– sa. Al ver a seis personas a caballo por aquellos parajes tan solita– rios, no había quien se figurase que eran los comunista~ quienes se les venían encima. Una mujer, a quien también preguntamos por el camino de Ylituchen, imposibilitada de correr, optó por meterse de– baío de una gran espuerta. Con ello creyó haberse puesto a salvo de cuantos peligros pudieran sobrevenirle. El dia 25 de agosto llegarnos de vuelta a la Estación de Yütu– chen. No había sido ésta quemada ni destruida por los comunistas; pero había tenido que sufrir algunos desperfectos, consecuencias de las grandes lluvias de aquellos días. Todo se lo perdoné, y mucho más se lo hubiera perdonado, a la hermana agua, casta y humilde, que a tan poca costa nos habia salvado de caer en el más duro cautiverio de la tierra. A. M. D. G. Yüfuclien, 3 de enero de J9J(J Necesidades y porveolr de la Prefectura Apostólica de Pingliang Es hora ya de que resuene por todas partes llevado en alas de nuestro •Anuario Misional• el grito angustioso que nos arranca Ja crisis económica que desde hace año y medio viene amenazén· donos con caracteres cada vez más alarmantes, pues a medida que aumentan las necesidades, van cerrándosenos las fuentes de ingre· sos. DOS HECHOS ELOCUENTSS.-No todos pueden seguir ni apre– ciar en su justo valor los cálculos basados y reducidos a simplei.c números; en cambio los hechos se imponen a todos con su aplas– tante realidad y ni se inventan ni se niegan ni se tergiversan co– mo quiera, pues están al alcance de todos y todo el mundo puede