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fu'llJARIO MISIONAL. 53 tiene que temer, pero desgraciados de los ricos y de los opresores del pueblo! Entre estos, sin duda, contarían seguramente a mis fá· mulos. La noche resultó negra como boca de lobo; la lluvia cala torren– cialmente, y nosotros perdidos, sin saber a donde pegar, sin poder dar con una casa donde pasar la noche. Las diez serían, cuando, e través de les espesas tinieblas, pudi– mos vislumbrar algo que tenla apariencias de castillo, pero que de– seábamos fuera posada. Magnífico, nos dijimos; imposible dar con mejor casa. Golpea– mos la puerta, gritamos lo indecible, pero nadie respondía. Es que no habita aqui nadie? Cómo es posible que esté abandonada tan hermosa casa? Vuelta a golpear Ja puerta y vuelta a gritar. Por fin apareció por una de las ven1enilles de la torre la luz de un candil, y pudimos oir la voz de una vieja, desagradable si las hay.Total, que no habia sitio. Le una de la mañana era ya pasada para cuando nos pudimos acostar, si es que se puede llamar acostarse pasar algunas horas sin poder soportar el calor del kang. {1) No fué poco lo que se parlamentó para conseguir que unafami– lia, pagana por supuesto, nos cediera un rincón de su casa. Quién se pasó la noche sentado sobre un par de alpargatas mo– jadas: quién sentado sobre :nn ladrillo y con la cabeza apoyada en otro, formando arco, para evitar el calor. Como si todo fuera poco, un anciano de la casa, no contento con quitamos parte del poco si– tio (estábamos siete personas en un cuadro que no mediría metro y medio por cada lado), no cesó de molestamos con su contiruo toser y con otros siniestros ruidos e insoportables dolores. Antes de que rompiera el nlba, reanudamos la marcha. La llu– via continuaba cayendo como la víspera. Ni tan ~olo una persona aparecía por los caminos. La soledad más espantosa reinaba por los caminos. Pero, a dónde íbamos? No lo sabíamos a punto fijo. El llegar al camino principal de Síanfu a Pingliang era nuestro intento, pero no dejaba de ser peligrosa le empresa. Podíamos dar de manos a boca con los comunistas. Llevábamos ocho horas largas caminando, cuando al llegar a un pueblecillo, no muy distante del camino grande o principal, nos 11) La cama de la parte norte de China, es llD pequeno horno. cuya part.e superior es pi•~•· Sobre el duHlnen loa chinos, sin m41 colchón que una estera.
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