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52 A.''UARIO ¡\\1s1o~AJ.. tuvieron varios encuentros con los soldados del General mahometa· no i\\a-jun·Ping. La escasez desoldados y el haber intemimpido los comunistas las comunicaciones telefónicas impidieron a este bra– vo General, el cercarlos y obligarlos a capitular. Un regimiento que fué en persecución de los Rojos, cayó en una emboscada, siendo totalmente desecho. Pocos dlas después, el peligro era tan inminente que los seis Misioneros que casualmente nos encontrábamos en YOtuchen, tuvi· mos que ocultamos en varias familias cristianas. Los rojos habían llegado a Kingchow con intención de tomarla por asalto, lo que no les hubiera acaso sido cosa muy difícil, dado el reducido número de soldados que la defend!an; y hasta corrió el rumor de que habiéndose escapado los soldados, ante la imposibili· dad de defenderla, la ciudad se encontraba en poder de los comu· ntstas. Todo esto, y mucho más, lo sabíamos en nuestros respecti– vos escondites mediante los emisarios que continuamente lbamos enviando. El día 22 vino uno de ellos diciendo que los Rojos venían ca· mino de Yütuchen, para coger al misionero sin dudá, y que se en· contraban a corta distancia. Nos fué imposible permanecer por más tiempo en dichas familias cristianas y emprendimos una fuga, que bien hubiéramos querido fuera un poco más precipitada. El camino, sobre estar hecho un barrizal a causa de las grandes lluvias de los d!as precedentes, era extremadamente pendiente, o– bligándonos a caminanar a pié, conduciendo del ramal la caballerla. Fué ta fuga, como he dicho, harto lenta y contribuyeron a ello, ademas de las malas condiciones en que se encontraba el camino, varias otras circunstancias. Fué la primera, que al querer vadear un rlo que venía salido de madre, se espantó uno de los animales y echó a correr a campo tra– viesa, como alma que lleva el diablo. El cogerlo, y más aun, el con– vencerlo de que era necesario pasar el río aquel, fuera como íuera, no fué cosa de un credo. Poco más tarde, varios de los animales se metieron en un loda– zal, rodaron varios de los fugitivos al fango, quedando como es de suponer; se rompieron algunos aparejos, y tampoco fué cosa de un momento el componerlos. En esto comenzó a caer una lluvia menuda que no tardó en con· vertirse ea torrencial. La noche se nos venía encima. 1-iubo quienes oyeron, o creyeron oír, varios disparos de fusil. Yo ya daba por fu. silado a alguno de mis fámulos. A qué venían, si no, aquellos tíros? Ya conocíamos la táctica comunista. El pobre, ordinariamente, poco
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