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ANUARIO MISIONAL 49 para que le a1Judara en la difícil empresa de la fundación de un Seminario propio de la Misión, elección a la que corres· pondió nuestro malogradp joven (aún no habla cumplido sus treinta y dos a1los) dedicandb sus seis a11os de misionero con tesón digno de los hijos de Na– varra a tan ardua empresa. Y cuando estaba en vísperas de oer coronados todos sus desve– los (están ya aprobados los planos del Seminario, del que un ala se edifica. y se habilita para el curso próximo), Dios Nuestro Señor le exige, mejor diré, nos exige el sacrificio de su preciosa vida. Cuando Jzabía puesto ya en marcha, todo lo re· ferente al Seminario, cuando se hallaba en la mejor de la.s for· mas para desemperlar con en– tera competencia los delicados cargos a él encomendados, una traidora enfermedad de cuatro días corta en flor todas las be· /las esperanzas que abrigába– mos en él. Digo de cuatro días, porque, si bien se sintió mal y se acostó el 16 del corriente, los primeros 5 días, o sea /1as– ta el20 porla farde, nadie, niél mismo, dió ninguna importan– cia especial a su indisposición creyendo no se trataba más que de una sencilla grippe. Ese día, El cadtver del r. f'~llx en el ataud. vispe!Q de la Ascension, la fie- bre que hasta entonces había oscilado entre 37'5 y 38'5, subió a 39 a la mañana y 40 a la farde. Desde este momento fué a– gravándose tan fulminantemente que el viernes a la maña!Ul dimos por desesperado el caso, Desde luego para nosotros es desconocida la enfermedad que le ha llevado a la sepultura. En el telegrama hemos pues· to «meningitis•, porque nos pareció ver en el enfermo to· das las características de dicha afección, pero en ninguna for- 4
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