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A.'<IJARIO MJSIOSAL Fr. Samuel de la Aparecida. En 26 deDiciembre del mismo año fa. llec!a en Yap, cargado de méritos, el P. José de Valencia. Finalmente en mayo de 1906 salia de Yap el P. Daniel de Ar– bácegui, el último de los Capuchinos Esp~iloles que abandonó aquella isla, después de haber ejercido por espacio de 20 años con dignidad y entereza el cargo de Superior de Carolinas Occidenta– les y Pelaos. B-En las Carolinas Orientales La primera casa-misión, que alzaron nuestros misioneros en Ponapé, fué la de Santiago de la Ascensión, (tribu de No!) resi– dencia del Gobernador español y capital de la Colonia. l.os misioneros acometieron fervorosamente la empresa de evangelizar a aquellos pobres isleños, contaminados muchos de ellos con el error protestante, sembrado por los metodistas nortea– mericanos, de que hicimos mención en el capitulo anterior. En primero de julio de 1887 era arrasada esta casa-misión por los Ponapenses sublevados; tres meses y medio después de su erección. Dominada la insurrección y reconstruida la residencia, le– vantáronse junto a ella una iglesia, dedicada ul apóstol Santiago, y una escuela. Esta fué la residencia oficial del Superior de la Mi– sión. Residieron sucesivamente en ella con carácter de Superior regular de las Carolinas Orientales el P. Saturnino de Artajona hasta el 25 de Agosto de 1896, fecha de su vuelta a España, el Pa– dre Agustín de Aríilez has– ta el Zl de Febrero de 1899. día de su muerte violenta y el P. José de Tirapu, supe· rior temporal hasta la elec· ción en firme del P. l.uis de Valencia, último superior espailol de la Misión. En 1889 surgfa la segun· da estación misionera en Aleniañg (tribu de Kiti) con su iglesia, cuyo titular era S. Félix de Cantalicio, y escuela. Estuvieron al fren– te de ella primero el Padre PamllJa c.rtsttana de 111 l1Ja1 C.rolfnu 4

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