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ANUARIO MtSJONAL Tclieng kui tcliang a llamar en su ayuda a Yangfutclieng, podero– so General que gobernaba como señor feudal toda la vecina Provin– da de Shensi, hombre astuto y avezado a todas las intrigas y manio– bras militares. No fué muy dificil convencer a éste que debia subir a la provincia de Kansu, ya que desde mucho tiempo atrás estaba a la espera de una ocasión que le pennitiera dirigir sus huestes allá. As! pues contestó muy agradecido a la invitación de Tcheng kui tchang, poniendo al mismo tiempo en movimiento su ejército. Des– de el primer momento obró con tal astucia que, sin llamar la aten– <:ión de su rival, fué emplazando sus tropas en los puntos más es– tratégicos, pero aun en éstos procuraba dar siempre al rival la parte mayor, afin de despistarlo. Una vez que hubo repartido a su gusto la parte mejor de su ejército, insinuó a su adversario la oportunidad .que se les ofrecía de lanzarse a la conquista de Lanchow, capital de la provincia. Fué esta treta admirablemente bien urdida, puas, ade– más de que con ese plan saciaba plenamente sus ambiciones prop:as, lanzaba al rival un plato exquisitisimo, tras el cual andaba desde que logró apoderarse de todo el Lungtung. Con él podría además te– nerlo siempre distraído y sin poder descubrir el verdadero plan que Yangjútcheng persiguirla en adelante al movilizar sus tropas; toda vez que estas maniobras estarían siempre cohonestadas por la arries– gada empresa de la toma de Lanchow. Como era de preveer, Tcheg– kui tchang ao dudó un momento en aceptar tan arriesgado proyecto, toda vez que podía contar con la colaboración incondicional de su gran protector. Y sin consultar más que con sus ambiciones, se lan– .zó de lleno a correr la aventura. En efecto, reunió cabe si a lo más granado del ejército, lo equi– pó con el mejor armamento, y con osadía inaudita se puso él mismo al frente del ejército, ya que esperaba hacer su entrada triunfal en la capital sin disparar tal vez un fusil, como habla hecho en Lung– tung. Su rival, por el contrario, dividió por igual fuerzas y annas, dejando la mitad en Lungtung y llevando la otra mitad, nada despre– dable por cierto, a la conquista de Lanchow. No fué la aventura tan fácil como Tchengkuitchang se forjara en su imaginación; pero, lo cierto es que, después de una reñidisima batalla, sus tropas con las del rival consiguieron apoderarse de Lanchow; y cuando, ebrio de .contento, se aprestaba a recoger el botín, fué el momento esco– gido por el rival para hacerlo desaparecer de la escena. Véase co· mo: había organizado Tchengkuitchang un banquete monstruo para -Obsequiar a los jefes que hablan tomado parte en lo arriesgada aven– tura, y al finalizarse, fué llamado aparte por su rival, para deliberar

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