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18 ANUARIO MISIONAL ladrones. Preocupados con este pensamiento, detenninamos escapar a merced de la oscuridad de la noche y refugiarnos en otra familia cristiana,no muy distante del lugar. De esta manera podríamos des– pistar. Entre tinieblas Entretenidos con estos planes vemos llegar otros cristianos... Es menester huir lo antes posíble. A tres kilómetros de distando mero– dea una patrulla de ladrones. Han matado a un hombre después de haber robado todos sus bienes.• El.te es el objeto de los planes tenebrosos de estos espíritus ma– lignos... ! A las siete de la tarde nos pusimos en camino. Por barrancos y sendas, evitando todo encuentro desagradable, caminamos hasta las doce de la noche, con paso perezoso e incierto, pues la noche está oscura y los caminos húmedos por el continuo llover de aquell~ dias. Más de una vez perdimos el equilibrio, debido a las escabrosi– dades del terreno, y rodamos por el suelo. A media noche nos sentamos a descansar, pero sin hablar pala– bra. Entre las dos montañas solo queda sitio para un riachuelo y una pequeña senda que a veces se confunde con él. SI caudal no es muy respetable pero nos obligará a descalzarnos para vadearlo. El agua corre como corre el tiempo. Una ine~perada noticia nos hace saltar del asiento. El fémulo nos avisa que ha visto reflejarse en el agua la luz de una h1mparilla. Huimos a la desbandada y nos ocultamos en– tre la maleza. Desviamos el camino y sin detenernos más prosegui– mos nuestro jornada, sin camino y a campo traviesa, con el único cuidado de no dejar nuestros huesos en aquellos derrumbaderos. La montaña se presenta como enormes bultos. Caminamos uno detrás de otro, siguiendo los pasos del gula. Durante la noche, más de una vez, creímos oir los pasos de los comunMas, como centinela cree oir los pasos del ladrón. Les luces de pequeñas lámparas de aceite brillan en las cuevas y en la obscuridad de la noche. Se.oye el ladri– do de los perros que se despiertan u ruestra negada y siguen nues– tros pasos. A las dos de la madrugada llegamos a otra familia de cristia– nos. Confiados y necesitados de descanso, nos refugiamos 11111. En· viamos un hombre a Yíitimio, distante unos veinticinco lis, para que se cerciorara y nos hiciera subedores del paradero de los comunis– ta~. Contentos y :.atisfechos de las nueva:;, nos decidimos a partir dt>spués de comer, para llegar 11 la estación el caer de la tarde, a fin de que la g.mte no se percatara de nuestra llegada. A las ocho de lu

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