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106 ANUARIO MISIONAi.. 87.-Castie;o de San Francisco. En el cambio de impresiones que tuvimos los tres compañeros en nuestra caverna apenas recluidos en ella por nuestros apresado· res decía el P. Bartolomé a fr. Isidro: •Esto no ha de q,uedar así. Nuestro Padre no puede abandonar s sus hijos. Tiene que hacer aquí una de las suyas. Y la hará! Vaya si Ja harál Veremos a quién le toca el cordonazo!• Si el general de un ejército es, como cabe– za del mismo, responsable de cuanto obren sus subordinados, el responsable de los robos, saqueos y atropellos perpetrados en San– xelipú ere el selíng Wang-tai·txi. Pues bien. Este jefe rojo ha pa· gado i:.us crímenes con su vida. Entregado por sus mismos amigos a los jefes del ejército regular he sido juzgado, sentenciado amuer· te y pasado por las armas. La ejecución ha tenido lugar en les cer· canias de Sianfu. Ignoro todavía los motivos y circunstancias de la traición y del riguroso castigo; pero el hecho es cierto. Se ha sa– bido además que el grueso de su ejército ha sido batido y deshe· cho completamente por los regulares, y herido su nuevo general Yang-sen. Algo más trágico todavía. He citado varias veces en este re· lato al auditor del ejército rojo Liu·tse-ta. Las casas de todos sus parientes han sido incendiadas y reducidas a polvo; profanados y arados los sepulcros de sus mayores, y un tío suyo y juntamente con él otros 22 comunistas han sido capturados cerca de mi capilla de San Miguel de Yu-hu-mio Kuo-tai-tze cy enterrados vivos con los brazos sujetos a la espalda.> El hecho parece increíble por lo monstruoso; pero Jos chinos las gastan asl. La bárbara sentencia fué ejecutada por los soldados del coron'!I Tsu. El general de los regulares, espantado por Jo sucedido, protestata que aunque los bandidos de Lenin son merecedores de los mayores catigos, no hay justificación posible para tamaña barbarie que es afrenta de la hu· manidad. 88.-Confliclos entre la prudencia y la cura de almas. Con vosotros hablo, mis queridos amigos de China, de Euro· pe y de América, que con solicitud e insistencia conmovedora me recomendáis mucha discreción, mucha moderación, y sobre todo mucha prudencia. Solo que a veces resulta un poco dificil conciliar· Ja con los deber~ que impone la curó de almas en territorio ir.fes· tado de bandidos. Después de dos meses de cautiverio había yo llegado a mi residencia de King-yang en Ja primera quincena de enero del presP.nte año de gracia 1934, como queda dicho. A los

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