BCCAP000000000000125ELEC

ANUARIO MISIONAL 99 barquillero de marras. SI, el extrar'lo y misterioso perscnaje que apareció en Tung-kua-tze el día 2 de enero eganándose la vida con su pequeila industria• continuaba ahora en este nuevo Gabaón ven– diendo barquillos. T.ibo la amabil!dad de obsequiarme con un buen puñado de ellos. Y al comerlos me acordaba de Jos que me habla regalado Wu-sien-xen, ya ex-disclpulo mio, lamentando no poc!er corresponderle siquiera con la mitad. Estaban tan buenosl 85- Después de mi libertad . Los jefes militares, no creyendo prudente continuar de noche la persecución de los rojos después de un dla tan movido, manda– ron tocar a retirada. Me ofrecieron un mulito por si quería servir– me de él; pero hube de rehusarlo, no porque no me conviniera sino porque.•. no podía montarlo. T&n derrot11do y maltrecho estaba después de trotar angustiosamente durante 18 horas por charcos y nieves. Pero el capitán insistió tanto que al fin me decidí a acep– tarlo. Tres mozos me levantaron en peso y me sentaron sobre los lomos del animal. Indudablemente ofrecla yo entonces alguna se– mejanza con el Caballero de la Triste Figura. Pero temí algo peor. Temí quedar imposibilitado para cabalgar y por consiguiente para los trabajos de la vida misionera. No fué así, a Dios gracias. A caballo unos, y los más a pie bajamos sin novedad al pobl~do de Yang·sang-tsuang. El capitán me dió alojamiento en su propia tienda. También aquí mis libertadores me sometieron a numerosos interrogatorios. Mostrábanse ufanos del éxito de la jornada, y co– mo testimonio viviente de su valor y de sus gloriosas gestas que– rían presentarme en Yegnanfu, su metrópoli. Les hice ver el pro y el contra de su propósito. Cierto que yo conocía personalmente a Mgr. lbáftez y a sus excelentes colaboradores de la misión de Yeg– nanfu, hermanos mios en nuestro Padre el Poverello de Asís, y estaba segur!simo de ser recibido y tratado por ellos como persona de su propia casa y familia. Pero en las circunstancias actuales lo más prudente y lo más conveniente para mi era volver directamen· te a King·yang; porque yendo ahora a Yegnanfu en la grata com– pafüa de mis libertadores, tendria que regresar más tarde a mi ha– bitual residencia pasando con poco o ningún acompailamiento por esta misma zona peligrosa en que nos hallamos y en la que los bandidos son de ordinario señores de horca y cuchillo. •De todos modos, si tal es vuestro plan• •.. iba a concluir poniéndome a sus órdenes cuando me interrumpió amablemente el coronel del regi– miento ofreciéndome sus servicios. Es todo un caballero, como de unos 45 ailos, oriundo de Ling·tung cerca de Sianfu. Su apellido

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz