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ANUARIO MISIONAL cerca de dos meses•... - <Y nosotros somos soldados destaca– dos de tas tropas regulares de Yegnanfu, venidos de esta ciudad para dar una batida a los comunistas de estos alrededores>... Que– daba hecha la anagnórisis. Serían las cuatro y media de la tarde. Mis ojos se inundaron de lágrimas mie11tras mi corazón se postraba ante Dios dándole infinitas gracias..... Pero no era bien malgastar el tiempo en cuentos y cumpli· mientos si los soldados h:ibían de completar la obra de aquel dfa. «Adelante, adelante,• se dijeron mis libertadores invihlndome a que los siguiera. Mientras caminábamos satisfice a muchas de las pregunta~ que me iban haciendo. •Dónde estan los rojos? - Han traspuesto ya las cimas de Hung-txi-tsa·ling.-Llevan muchos pri– sioneros?-Unos veinte.-No han asesinado a atguno?-A varios, probablemente; una de las victimas yace allá en aquella altura so– bre la nieve enrojecida con su sangre. -Quién es su jefe?-Co· nozco a dos: el principal es Liu-ti, y el segundo Yang·pai-xen, ori· undo de Tseng·tsua·p'u. -Son muchos los bandidos?-Los de este grupo que perseguls, unos cien. -Estás seguro?- Los he contado esta misma tarde. -Cuántos serán los de esta región?-Los públi· cos y declarados como tales pasarán de mil; y los ocultos con sus agentes secretos, esp!as, cómplices y encubridores son legión innumerable. -Cómo sabes que hay tanto bancUdo oculto?-Co– mo que he tropezado con muchísimos de ellos en mis frecuentes ca· minatas por pueblos, campos y bosques. - Dónde está el general Wang·tai·txi? - No sabré decíroslo; hace más de 15 dlas que no le veo.-Oónde durmistels anoche?- En Se·ho·tai.-A qué hora sa– listeis de alli?-A las once. - Recuernol Media hora antes de lle· gar nosotros! Y sabias tú que os persegufamos de cerca?-Saber a punto fijo, no; pero to sospechaba.-Has tenido miedo de noso– tros?-Naturalmente. Como veníais con banderas rojas...-Te han pegado los bandidos?-Muchas veces. Y aún me han zurrado la badana suspendiéndome en un árbol por los dedoM pulgares. - En t u tierra se acostumbra ese tormento?-Quia! Alll no se atormenta a nadie. A los criminales se tes ahorca o da garrote.-No has te– nido poca suerte en salir con bien de tantos y tan graves peli· gros. Al Fin han respetado tu vida. -Ya intentó quitármela Liu· yuen-san; pero vuestras balas no le han dado tiempo para con su– mar el crimen.-Cómo te has arreglado oara escaparte?-Apro– vechando un momento de confusión en que los rojos no pe nsaban sino cada uno en si propio. -Tendrás hambre! -Ay 1muchísima, amigos. Podeis imaginároslo. Llevamos andando 18 horas a mar· ch11s forzadas, y desde ayer apenas he probado alimento. -Aquf
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