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ANUARIO MISIONAL 89 una especie de •habeas corous.• El lector conoce ya el métod<> chino para evitar las posibles escapatorias de los cautivos: las ma– nos a la espalda y los dedos pulgares fuertemente atados. Una pos– turita de las más cómodas para dormir tranquilamente) Y aunque las ataduras molestaban horriblemente, lo peor era que de ese mo– do no podíamos defendernos contra el fríe ni practicar los ejerci· cios gimnásticos acostumbrados. Las pobres manos aparecían a la mal'lana siguiente llagadas, yertas y amoratadas por falta de circu· )ación de la sangre. Wp-sien-xen adelantaba rápidamente en el es– tudio del idioma hispano; todos los días teníamos algunos diálogos por el estilo de los famosos de Ollendort. Quizá este buen discípu– lo mio (excesivamente bueno!) contribuyó al fracaso de la tercera expedición redentora. No quería, por lo visto, quedarse sin su caro maestro. Para consolarme en mi desgracia, aquel día me ofreció cuantos comestibles pudo haber a las manos. Y adoptando yo la ac· titud que me paredón más conveniente a la gravedad de mi magis– terio procuré mostrarme resignado con mi infausta suerte. Mis con· cautivos protestaron más de una vez de los privilegios de que yo disfrut11ba en orden a la bucólica merced a la gratitud y generosi– dad de mi discípulo. •No es este tan cautivo como nosotros? mur– muraban sordamente. Pero los encargados de servirme argilian que yo vivía de mi trabajo profesional; y que Wu·sien-xeu, que era ta ren hombre grande, habla dispuesto que me trataran bien. 82-Un barquillero misterioso Apareció en nuestro campo de Tung-kua-tze el die 2 de enero. La noche anterior hablamos llegado a este apartado sitio muy indi· cado para guarida de gente maleante. El barquillero fué para mí algo as! como el famoso pastor de las Navas de Tolosa para Alfon– so Vlll de Castilla. Los rojos, apenas le echaron la vista y las ma– nos encima, le sometieron al interrogatorio de costumbre, tratando de sondearle y de sonsacarle la verdad, ya con amenazas ya con za– lamerias y halagadoras promesas. e Evidentemente tú eres un espía, le dicen; pero eso para nosotros no tiene ninguna importancia; ni puede extral'larnos lo más mínimo, porque tú eres pobre y el pobre sin 'malicia alguna acepta cualquiera proposición que se le hace ofreciéndole a la mano algo conta11te y sonante. Acá internos y en confianza te hacemos saber solo para tu gobierno que también nosotros ofrecemos muchas veces nuestros servicios .a quien mejor los pague. Vamos) di la verdad y no temas nada; d!nosla y ense-
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