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ANUARIO MISIOSAL 79 Hay o no hay derecho a un pequeño plus en el rancho después de haber andado a pie más de 100 kilómetros en menos de 24 horas? Y viviendo entre ladrones por qué no había de aplicar yo a la prác– tica la sabia doctrina de los teólogos sobre la oculta compensación? En una de las carreras antedichas cargaba sobre mis hombros unas alforjas repletas de panecillos de alforfón que me confió en depósi· to un camarada rojo. A medida que lbamos avanzando me percaté de que las alforjas se iban aligerando. De ello se encargaban con más o menos disimulo mis compañeros de viaje. Contagiado con su ejemplo acabé por perder el respeto debido a mi depósito, y dí de él tan mala cuenta que al llegar al primer descanso estaban ya las alforjas casi vacías. El interesado me pregunta todo enfurecido qué se ha hecho de sus panes y le contesto qu~ se los han devorado los hermanitos. ¿Quiénes? me replica. Y yo le hago presente que son muchos y que ignoro sus nombres. Fortuna grande que yo te– nla entre los ladrones fama de honrado y de leal (inmerecida, como se ve!), y no insistió más. No dicen que el que roba 11 un ladrón ha cien ailos de perdón? Entonces... 75 - Mi peluquería := : modelo. := : En las aldeas, al me– nos en esta región, los chinos conservan fodavla la tradicional trenza de pelo que crian desde tiempo in– memorial y por la que son conocidos en to– do el mundo. En los centros urbanos han prescindido ya de es– te distintivo. En la comunidad roja es to– talmente desconoci– do:los chinos europei– zados adoptanen pun– ro al tocado masculino las diversas modas.y estilos de los·pueblos BI P•laQ'l.•ro moc1elo.

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