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ANUARIO MISIONAL 43 CIO DE SU PROPIA LIBERTAD Y DE SU PROPIA VIDA. Tan generoso ofrecimiento fué si duda muy grato a Dios. Pero 110 qui– so que fray Isidro lo llevase a la práctica. Sin duda le tiene reserva– do para más altas y gloriosas empresas. Dada la precaria situación de los misioneros de Kansu. la catástrofe de Sanxelipú fácilmente puede ser seguida de otras mayores, más sangrientas y compro– metedoras. Entonces tendrán buen empleo nuestros arrestos y se verá si tenemos vocación de héroes... Llegaban ya los emisarios del P. Bartoloméa Sinkiajo, deseo– sos de entrevistarse aquel mismo día (14 de noviembre) con los ban– didos. Mientras subían jadeantes la gran cuesta próxima al mencio– nado lugar observan en las alturas movimiento de gente armada. Ya se creen en manos de los ladrones, y as' corren a ocultarse en las rendijas de los taludes. Los soldados regulares (que no eran otros los ocupantes de las alturas) llaman a los fugitivos a grandes voces. La gente de orden nada tiene que temer de ellos. Fray Isidro les entrega un documento que explica el objeto de aquel viaje. Los re– gulares.le aconsejan que desista inmediatamente de su empeño; que ellos se encargarán de dar su merecido a los ladrones y de libertar al misionero. "No conviene, añaden, que nos sigáis ni que nos pre– cedais. Si nos seguís os esponéis a graves riesgos y contratiempos en et caso de que seamos vencidos. Y si nos precedéis, se persua– dirán los thugs (ladrone~) de que hemos sido conducidos por .voso– tros, y os degollarán sin piedad. Conque atrás vosotros; y nosotros a barrer a esos bribones!". Ante fuerza máyor hubo de ceder fray Isidro.Y volvió grupas con el corazón despedazado de pena, no pre– cisamente por el fracaso de su gestión sino, porque lehoradaba el cerebro este pensamiento: "Matarán quizá a los malhechores; pero es más que probable que juntamente con ellos maten a nuestro cau– tivo!". Los regulares formaban en su conjunto un batallón a las ór· denes del coronel Tsao. Ya se ha visto en el número 35 et resulta· do del encuentro. 38.-Comiendo patatas crud{ls. A la puesta del sol del dia 16 de noviembre llegamos a Tseng– tsuang·ho, lugar donde se verifica la confluencia de los dos ríos principales de aquel valle. Los cautivos estiíbamos extenuados. En dicho día, lo mismo que en los anteriores, hablan cargado sobre nues– tras espaldas la impedimenta roja; impedimenta excesivamente pe– sada para quienes andábamos tan faltos de lastre en el estómago. Yo estaba sin tomar alimento desde que en la primera mañana de mi cautividad me dí aquel atracón de txiaomí o alforfón que qued11

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