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34 A."IUARIO MJSIONAL vasco-amarillos que me hacían tanta gracia, cuando mi conductor o guardián me da un recio golpe en la espalda, diciéndome seca e imperiosamente: <Más aprisa> 1Volví atrás la cabeza, hacia el atre– vido que así me maltrataba para reprenderle y decirle: ¿Qué delito he cometido yo? ¿En qué te he faltado para que me pegues?• Pero el asombro y la risa 11tajaron mi incipienteprotesta. Porque en aquel punto y ocasión mis ojos atónitos tropezaron con la vera efigie de un fornido y gigantesco fraile capuchino. Ya antes habla visto en· tre las sombras nocturnas de la cueva un religioso anticanónica· mente trajeado, con el capucho por delante a manera de babero. Más tarde, examinadas las cosas a luz más clara y serena, sospe– ché si en aquella visión no habría puesto la fantusla algunas cintas y adornos a la realidad. Pero esta vez no había engaño posible. Yo estaba liien de.spierto y no temía ser víctima de ninguna alucina– ción. El capuchino en westión era mi propio conductor, mi propio guardián. Llevaba el capucho calado, el pectoral en su debido lu· gar y el cordón a la cintura. Qué contraste, Dios míol En poder de aquel capuchino de burlas iba yo con un pingajo sobre la cabe– za, en mangas de camisa, sin ninguna insignia o dist intivo de la Orden, y llevando sobre el hombro una cama, no para mi uso sino para el de cualquiera de aquellos sayones. Por la familiaridad que tengo con el santo hábito entro en conversación con el que lo ves– tía. Kui·sing, cómo es tu nombre precioso? le pregunto. Y él me contesta que Wang, rey. No me dijo la verdad, según supe más tarde. Su verdadero nombre era Li·yan-hai, que quiere decir el· ruelo de sabrosas frutas. Li ciruelo es joven como de 2'2 años, alto, fornido y de mucha trastienda. Al prineipio rne contesta seca– mente, con palabras ambiguas y poco veraces. A mí me interesa ganar el corazón y la voluntad de aquel guardián. Algo sal! ga– nando. Pronto depuso la hosquedad y el ceño duro de los primeros momentos, y aún se allanaba a satisfacer a mis preguntas. Me dijo que era de la provincia de Shensi y de una población poco distante de Sanyuen. Tenia noticia de otros muchos misioneros, aunque no habla tenido trato con ninguno de ellos. No es cristiano ni piensa serlo jamás. Ha sido cocinero en diversos establecimientos y en– tiende de hacer vestidos. No es ladrón; es kuntza·tang,comunista. Con los ladrones ha tenido no pocos encuentros¡ y si se ha agrega– do a los comunistas es porque estos favorecen a los pobres y com– baten a los ricos que son verdaderos tiranos. Ai'ladió que en la fra– ternidad todos se entendían muy bien, y tenían por jefes a Wang– tai·txi, general; a Liutzeta, auditor de guerra¡ y a Sing-yang·ti y
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