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26 ANUARIO ~USIONAL lado. En nuestro grupo formaban parte varios niilos que causaban compasión. Y también un anciano ya decrépito, que venía montado en un borriquillo, y aun así había que sostenerlo. Infortunados se· •res arrancados impiamente a sus hogares. El anciano fué obligado a descender de su humilde cabalgadura para formar en nuestro clr· culo. ¿Qué qut.rrán hacer de nosotros? ¿Habrá llegado ya nuestra última hora? ¿Van a asesinamos aqui? Terrible inquietud y angustia >indecible se apoderaron de todos los prisioneros. Algunos se arro·, dillaron ante los bandidos implorando a gritos clemencia. A mí me -causaba repugnancia y horror el pensamiento de tener que ver la ejecución de mis cautivos. Los m~s misioneros acordamos que si .para conservar nuestras vidas se nos imponía como condición indis– lJlensable alguna ceremonia o práctica que estuviese reilída con las -ens.eñanzas de la santa Iglesia católica, apostólica, romana, nos.ha · bíamos de resistir firme, resuelta y valerosamente, con todo el te· .són de nuestras almas; y obsesionados con esta idea fija pensába· mosque quizá antes de que se ocultara el sol de aquel día la pro· vincia capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón y el comisariato de Argentina-Chile podrían contar con tres súbditos suyos mártires de Cristo. Sin duda por nuestros pocos méritos no fuimos dignos de :tanta dicha. La tragedia se frustró, y terminó en vulgar prosa. 21.- Cuántos serian? Ni durante la noche ni mientras permanecimos encerrados en 11uestras cuevas pudimos darnos cuenta del número de individuos que componían el ejército rojo; pero ya en pleno día y al aire libre pudi· mos hacer un recuento aproximado. Calculo que serían unos cua· 1rocientos, y todos armados de fusiles. Ya otras veces había visto varios miles de ladrones reunidos, como aquellos que acaudillaba el difunto Txeng-kui-txang o juan·tai-kui, armados con estacas, ma· chetes, cimitarras y algunos fusiles inservibles en su mayor parte. Pero los rojos que nos habían apresado constituían un verdadero ejército, bien equipad:> y organizado. 22.-Deliberando con el estado mayor. Ya estamos de nuevo en marcha escalando el cerro que sirve de respaldo a Sintxiajo por su parte N. O. En esta parte de nues– tro via-crucis se nos acercaron a hablar varios curiosos. Uoo de és· tos, relativamente culto y letrado, mostró interesarse por nosotros preguntándonos de dónde éramos y a qué ministerio nos dedicába· mos. Era sin duda entre los suyos un personaje influyente. Parecía
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