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1.3 -O.e la misma con las facultades consuetudinarias; y acto continuo se encaminó con sus mulas y criados a Luixejo donde debla permane· <:er como un mes. Jl\is obligaciones como encargado de la capilla no -eran ciertamente muy pesadas. Se reducían a celebrar allí el santo sacrificio de la misa todos los domingos y días festivos, bautizar a los niños y administrar los últimos sacramentos a los enfermos gra· ves. Fr. Isidro se trasladó aquellos mismos días a Sin·lchia-ho para dirigir la construcción de una nueva capilla que el P. Bartolomé que– ría levantar en la barranca de este nombre. De Sln-tchia-ho a Sanxe– Jipú habrá unos 12 kilómetros; y el buen Hermano los andaba y desandaba todos los domingos y días festivo$, bajando a Sanxeli· pú a cumplir sus deberes de cristiano. 6.- Huo-sui en poder de los rojos. Huo·sui es una población que vive de sus recuerdo:. históricos. Al· go fué, y quizá mucho, en tiempos ya antiguos, como lo atestiguan .su formidable cinturón de murallas y muchos de sus edificios en rui– nas; hoy no parece más que un montón desordenado de escombros. En Huo-sui van alt~rnando los domi:iadores: hoy defienden su re· <:into los soldados regulares, mañana se hallará a merced de los drregulares. Dista de King·yang unos 35 kilómetros y unos 45 de Sanxelipú. El día 13 de octubre llegaron hasta nosotros rumores alarmantes: se decía que en Huo-sui habían entrado los comunis· tas, y que habían saqueado la ciudad, matando a cuantos oponían alguna resistencia, y llevándose prisioneros en calidad de rehenes .a los personajes de más viso en la ciudad. En nuestra residencia .apenas se daba crédito a estos rumores. Y el que más incrédulo y escéptico :se mostraba era el autor de estas lineas. Precisamente ,pocos dias antes habla yo recorrido los lugares más peligrosos de .aquel mandarinato sin que observara en ellos la presencia de ningún malhechor. Cierto que algunos hombres armados que encontré en mi camino entre Paotzetsuang y Tungkuatzé se negaron a corres· pondera mi saludo. El caso era un poco extraño, pero no le di ma– yor importancia. Supuse que perteneclan a la policía regular; pero ahora me inclino a creer que eran soldados rojos. Y si entouces no me hostilizaron, ellos se sabrán por qué. Y sin embargo.... Era desgraciadamente cierto que la histórica -'""'º"' "º"'ª .o•uv daqueada por los kuntsatang (comunistas). Los soldados de la guarnición huyeron precipitadamente ante el audaz e inesperado ataque de los rojos, y éstos se hicieron duel'los de 111 fortaleza a las cinco de la madrugada. Sin demora apellaron cuan·
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